CAPITULO 32

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TOM

Tomo un gran respiro antes de volver a ponerme en posición, alzar el hacha y llevarla directo al tronco que no se inmuta, lo único que logro hacer es un pequeño corte superficial que no mueve absolutamente nada.

Se supone que aquí hace frío y yo ya siento calor.

—Papi...

—Un momento más cariño, ya casi lo tengo— le dedico una sonrisa a mi hija.

Vuelvo a hacer lo mismo con el hacha y pasa exactamente lo que hace un minuto, nada.

—Tom, ya, tenemos como dos horas aquí, se me están congelando las...— miro rápidamente
a Anne —...Las manos y tenemos hambre.

—Quiero huevito con cochino— frunzo el ceño.

—Tocino— la corrige Anne —Y si, queremos huevito con tocino y pan francés.

—Pequeñas, ya casi, les prometo que en cuanto termine, se los preparo— la ojiverde bufa.

—Si en dos horas no has podido ni poder hacer profundo el corte en el tronco, ¿que te hace pensar que en unos minutos tumbaras el pino?

—Anne, dame ánimos mejor.

—Tu puedes papi— esbozo una sonrisa.

—Es que si te daba, los primeros veinte minutos pero ya, ya no se pudo, ademas en la casa hay un árbol de navidad grandísimo y hermoso— la miro.

—Es que te lo juro que esto funcionaba cuando era Niño y en las vacaciones con mi padre cortábamos un pino— alza ambas cejas.

—¿Cortaban?, ¿o cortaba tu papá?— suelto el hacha.

—¿Saben que?, vamos a desayunar— Anne sonríe.

—¡Si!— se emociona Lu.

—Trae el hacha y ponla donde estaba que puede ocurrir un accidente— me ordena la mamá de mi hija.

—Como digas mami— ella hace un gesto algo egocéntrico.

Después de dejar el hacha en su lugar, me voy a la cocina para prepararle el desayuno a mis dos mujeres, ambas me esperan sentadas en los taburetes de la cocina, les cocino lo que me pidieron y disfrutamos de un desayuno en familia.

Lo siguiente que hacemos es ver mi pobre angelito, en toda la película no dejó de reír aunque ya la vi como mil veces.

—Me gustó mucho— dice Lu.

—La primera vez que la vi, a mi me encantó también—le hago saber.

—¿Cuantos años tenías?— me pregunta Anne.

—Muchos menos— asiente.

—¿Cuantos años tienes papi?, yo así— me enseña cuatro deditos.

—Yo tengo...— pienso —No se, no me acuerdo.

—¿No sabes cuantos años tienes?— inquiere asombrada.

Suelto una risa —Tengo cuarenta.

—Ah...poquitos— sonrío.

—Bueno, ya, ¿que quieren hacer ahora?

—¡Hay que pintar!

—Eso me parece Perfecto— me pongo de pie con Lu en brazos —¿Vamos a la sala a pintar?

—Sip— sube y baja su dedito.

Más de media noche | Tom Hiddleston Donde viven las historias. Descúbrelo ahora