CAPITULO 28

4.5K 337 216
                                    

TOM

Miro el reloj que indica que Lucille sale en media hora del colegio, no se quien está más emocionado, si ella o yo, hoy conocerá mi casa, su casa, la casa de ellas.

Por más molesto que esté, debo admitir que esa casa la hice por y para Anne, es todo lo que ella me describió un día, de verdad quería que esto funcionara.

Cuando faltan veinte minutos, apago mi computadora y me pongo de pie.

—Ya tenemos que irnos— le hago saber a Anne.

Ella me mira y sonríe —Okay.

Juntos vamos al elevador, antes de subir le dejo entendido a Ashley que no me moleste para nada, hoy no quiero interrupciones.

Mientras descendemos, miro mi celular, no quiero mirar a Anne y sentir todo lo que siento a pesar de todo, pero su mano tomando mi brazo me hace posar mis ojos sobre ella, respira muy profundo, frunzo el ceño algo preocupado.

—¿Estás bien?— me da una mirada rápida y suelta mi brazo.

—Si, lo lamento— pasa un mechón de su cabello detrás de su oreja.

—No parece.

—De verdad estoy bien, solo es esto que está muy pequeño— no le creo, se que me miente.

Las puertas metálicas de abren, salimos por el estacionamiento, después de que baja las cosas de su auto, subimos al mío y vamos directo por nuestra hija.

Anne mantiene su vista en la ventana incluso cuando Lucille ya viene con nosotros y nos cuenta emocionada como estuvo su día en la escuela, ella siempre irradia luz.

—¿Está lejos?— inquiere Anne cuando ya pasó media hora de camino.

—Si— me limito a contestar.

—¿Y cuánto falta para llegar?— la observo de reojo.

—Mucho— bufa.

—Ya queremos llegar, ¿cierto Lu?

—Sipi— la secunda mi hija.

—Pues ya vamos a llegar.

—Dijiste que faltaba mucho— sigue Anne.

—Falta una hora.

—¡¿Una hora?!— medio sonrío.

—Si, una hora.

—Ah...

—Linda— le habla a Lu —¿Has visto Shrek?

—¡Si!

—Tu mami se parece a burro— Lu ríe.

—Oye, yo no soy burro— se queja.

—Si eres mami— no puedo evitar sonreír.

—En todo caso tu papá es el ogro malo.

—Yo no soy un ogro— me ofendo.

—Si eres.

—Bueno, tu también eres Pinocho.

—¿Que?, yo no soy Pinocho— suelta molesta.

—Claro que si, me sorprende que no te haya crecido la nariz— continuo.

—Shrek— me molesta y mi hija sigue riendo.

—Pinocho, burro.

—¡Pinoburro!— grita Lucille y yo no puedo evitar reír junto con ella.

—No lo puedo creer— se queja Anne.

En todo el camino Lucille se la pasa tarareando las canciones de las princesas que ponemos, no dejo de observarla a cada nada, como mueve su cabeza, como mira a Anne cuando canta con ella, es tan tierna y hermosa, le brillan los ojos cuando ve a su mamá, y como no, la adora.

Más de media noche | Tom Hiddleston Donde viven las historias. Descúbrelo ahora