CAPITULO 26

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TOM

Jamás había estado tan nervioso como hoy, esos mismos nervios son los que no me han dejado bajarme del auto, las observo, observo como Anne y Lucille se acercan a una casa más esta noche, ambas están disfrazadas, se ven hermosas.

No puedo seguir evitando esto, tengo que bajarme y afrontar mi realidad, le dije a Sebastian que averiguara en donde pedirían dulces hoy, así lo hice y ahora estoy aquí, dispuesto a conocer a mi hija.

Bajo del auto decidió pero nervioso, yo no se ser papá, ni siquiera tengo planeado que le dire cuando esté frente a ella, lo único que se es que quiero conocerla, ademas, no quiero un plan, quiero que todo sea genuino.

Ellas caminan a la calle mirando sus bolsas de dulces y yo me detengo cuando estoy en la banqueta, solo las miro, están tan cerca de mi.

La sonrisa de Anne se desvanece poco a poco cuando me mira y yo siento algo en el pecho que no quiero sentir pero que es inevitable porque se que por más cosas que ella haga que a mi no me parezcan, siempre lo sentiré.

Nuestros ojos se encuentran, nuestro contacto visual se corta gracias a mi, miro a La Niña que sostiene la mano de Anne y no puedo explicar lo que siento.

—Tom...

—¡¿Papá?!— me llama la pequeña con un atisbo de emoción en su tono de voz.

Papá, acaba de llamarme papá.

Suelta la mano de su mamá para correr hasta mi, pero a medio camino se detiene y mira a Anne quien no se mueve, no hace ningún gesto, solo nos mira. Lucille viene hasta a mi pero esta vez lentamente, como si dudara así que me pongo a su altura.

Dudo en si posar mis manos en sus péquelo hombros, ¿le tengo que pedir permiso?, ¿y si no quiere que la toque?, Dios, esto no es fácil.

Al final mis manos tocan sus hombros, nuestras miradas se conectan y me doy cuenta de que es verdad, tiene mis ojos.

—Hola pequeña— la saludo con un nudo en la garganta.

Ella no me dice nada, me preocupa que no hable y...que sus pequeños brazos envuelvan mi cuello me toma por sorpresa, tardo unos segundos en reaccionar y responder el abrazado.

—Regresaste— No me suelta.

—Si, estoy aquí— murmuro —¿Puedo cargarte?

Asiente aún abrazándome, me pongo de pie con ella en brazos, se separa un poco de mi y puedo ver como sus ojitos se llenan de lágrimas, de la nada comienza a llorar y eso hace que se me forme un nudo en la garganta así que vuelvo a abrazarla.

No se que hacer, ¿por que llora?, ¿que debo de hacer?, estoy un poco confundido.

—Esta bien, ¿por que lloras?— le pregunto con voz suave.

—Amor— Anne posa su mano en la espalda de La Niña, no me di cuenta cuando se acercó, puedo notar que sus ojos están cristalizados, pero no llora —¿Quieres venir conmigo?

—No— le dice Lucille entre sollozos.

—¿Que sucede?— vuelvo a preguntar mientras limpio sus lágrimas —¿Estás triste?

Niega —No, estoy feliz.

No puedo evitar sonreír.

—¿Te digo algo?— asiente tallando uno de sus hermosos ojos —Yo también estoy feliz.

—¿Súper feliz?

—Súper feliz.

No puedo mentir, este momento me hace sentir muchas cosas, entre una de ellas felicidad y es demasiado extraño y relativamente nuevo este sentimiento, y es que he estado feliz muchas veces, pero esta felicidad es distinta, más porque está combinada con muchos sentimientos.

Más de media noche | Tom Hiddleston Donde viven las historias. Descúbrelo ahora