SHIVERS © [Ethan Landry] ✔️

CAPÍTULO DIECISÉIS

O16 | NOT LIKE THIS

Ethan

Chad estando ebrio era un espectáculo para admirar. El problema es que casi siempre nos arrastraba a nosotros a sus ideas de persona que no está completamente consciente. Esa noche, había decidido ir por el camino de los juegos típicos de las fiestas. Y como ya no quedaba mucho alcohol para usar, tuvimos que tomar una alternativa.

—¡Gira la botella!

Por supuesto que no había estado de acuerdo con esto, pero tampoco es como si mi opinión tuviera mucho impacto. Nos encontrábamos en una ronda en el suelo, Daria estaba frente a mí con Tara a un lado. Ella sí parecía estar pasándola de maravilla, tal vez porque no estaba acostumbrada a las fiestas y es por eso que aún no le aburrían. Mientras yo no quitaba mis ojos de ella, como era costumbre, Daria ni notaba mi presencia por estar tan concentrada en donde la botella se detendría.

No había percibido quién fue el que la giró hasta ese momento. Había sido Tara.

Soy ateo pero en ese momento estaba rezándole a todos los ángeles para que ese maldito pico apuntara a cualquier lado menos a Daria, aceptaría incluso que parara frente a mí si eso significaba que esas dos se mantendrían alejadas. Sin embargo, estaba claro que yo no tenía un boleto al paraíso asegurado, Dios no me amaba demasiado.

La botella dio la última vuelta antes de detenerse... apuntando a Daria.

—¡Beso, beso, beso, beso!

¿Esto era en serio? Tenía que estar arreglado, no podía tener tanta mala suerte.

Daria me dirigió una última mirada antes de girarse hacia Tara. No entendí si fue como una disculpa, o como si estuviera pidiéndome aprobación. Como sea, seguía desconforme con la situación. Especialmente porque no confiaba en las intenciones que Tara tendría con esto, y tampoco en como eso afectaría en las de Daria.

Esa sonrisita en la cara de la morena despertaba sentimientos de odio que no había experimentado en bastante tiempo. ¿Tenía que disfrutarlo tanto? ¿Era necesario? Tensé mi mandíbula mientras desviaba la mirada para no rendirme y ceder ante todos mis deseos en ese momento. Una fantasía de clavarle uno de mis cuchillos a Tara estaba naciendo de forma incontrolable en mí, y digamos que no me molestaría hacerla realidad.

Cuando regresé mis ojos hacia el par, sentí mis dientes rechinar en mi boca. Eso era todo menos un beso de amigas, hasta lucía como si Daria también estuviese aprovechando el momento.

Como si devorarse la una a la otra no fuese suficiente, Tara comenzó a subirse sobre Daria mientras ella se hacía hacia atrás para dejarle lugar. El oír el vitoreo de los demás solo colaboraba al martirio mental con el que lidiaba. Los dos minutos habían pasado, ¿cierto? Eran solo dos minutos, las reglas del juego eran estrictas.