CAPÍTULO CINCUENTA

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O5O | THE END

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O5O | THE END

Omnisciente

Daria atravesó la puerta de metal sin mucho problema, ingresando hacia el teatro abandonado que en unos meses iban a tomar como centro de evidencias para la policía. Aumentó el agarre que mantenía en la bolsa de comida de McDonald's, unas papas fritas, una hamburguesa y un simple yogurt como postre esperaban ser devoradas dentro del saco de papel. El cabello de Daria era más corto que hace dos meses atrás, durante el último ataque de Ghostface. No llegaba a pasar sus orejas, pero las puntas volaban sobre el hueso de sus hombros. Un cambio invisible para muchos, pero importante en la comodidad de Daria.

Pasó por el salón que antes era usado como un altar para los antiguos Ghostface's con total naturalidad, estando acostumbrada a ver los maniquíes que anteriormente sostenían capas y máscaras históricamente terroríficas. Detrás de una columna del teatro, había una pequeña habitación secreta. Oscura, pero fácilmente iluminada por unas cuantas velas y veladores. La luz cálida alumbró su rostro en cuanto corrió la cortina que separaba a ese cuarto del resto del lugar. Caminó sin soltar palabra hasta una mesita de luz, la cual estaba acompañada por una cama que milagrosamente había conseguido.

Apoyó la comida en la superficie, corriendo otros objetos que estaban allí para hacerse lugar. Un movimiento en el lado del catre llamó su atención, consiguiendo que gire la cabeza hacia su dirección automáticamente. Dejó de preocuparse por las bolsas por un segundo y se enfocó al cien por ciento en lo sucedido.

Vio como el cabello ondulado cubierto hasta el tope por las sábanas se movía perezosamente. Los rulos esponjados giraron en su eje hasta que Daria pudo ver esos ojos castaños que ahora se encontraban bastante adormilados.

—Hola —le dijo Ethan a Daria, con voz rasposa y entrecortada.

La rubia pudo haber sonreído, pero en su lugar simplemente le acomodó las sábanas al chico mientras lo miraba preocupada—. Tu garganta sigue mal, no deberías hacer esfuerzos —regañó seriamente.

Ethan se enderezó en la cama, dejando ver a su torso que contenía cicatrices ya casi curadas en su totalidad, además de unas cuantas benditas y marcas que no podría borrar de su piel ni aunque quisiese. Daria acercó su mano hasta una lastimadura en particular notoria, tocándola con la mandíbula apretada. En otra situación, pudo haberle dado más relevancia al hecho de que veía a Ethan con el abdomen completamente descubierto casi diariamente, pero en ese momento sus pensamientos volaban por otra parte. El odio que le tenía al recuerdo, a todo lo que pasó.

Ethan sostuvo su muñeca con delicadeza, haciendo que Daria desvíe su mirada de la cicatriz a sus ojos marrones.

—Estoy mejorando, ¿sí? No debes preocuparte —intento calmarla. Daria soltó la mayor parte del aire que guardaba en sus pulmones hasta ese punto. Sí, estaba mejorando. Al menos estaba mucho mejor que esa vez que lo encontró aplastado por una televisión y con una perforación completa en la garganta.

SHIVERS © [Ethan Landry] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora