CAPÍTULO TREINTA

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O3O| FOR YOUR OWN SAFETY

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O3O| FOR YOUR OWN SAFETY

—Estoy en casa —dije sin estar muy segura de que Bash estuviese allí para recibirme.

Había vuelto de la fiesta en taxi, tal y como había ido. Tener que negarle a Ethan que me llevase a casa había sido todo un desafío, a veces su caballerosidad es más fuerte que cualquier cosa que le diga.

Ahí mi cerebro procesó la situación.

Acababa de aceptarle una cita a Ethan, ni yo podía creerlo. No es que no sintiera nada por él, al contrario, simplemente que creí que lo que sucedería entre nosotros sería más drástico, como un beso directo o un movimiento más notorio. Pero no fue así, Ethan lo estaba tomando con bastante calma.

—Bash, ¿estás en casa? —pregunté, consiguiendo un grito en respuesta.

—¡Sí, aquí estoy!

Dejé mi bolso sobre la mesada del salón principal y caminé hasta la televisión para ver qué película podía ver esa noche. Claro que aunque ya debería estar dormida, está claro que no lo estaba, así que ¿por qué no disfrutar de una buena pieza cinematográfica memorable?

Justo cuando estaba intentando sacar del estante un CD que no recordaba de qué película era, otro que se encontraba sobre ése, se cayó.

"Stab" decía que se llamaba. Igual que la película que el acosador me había mencionado la primera vez que conversamos.

Justo en ese momento recordé algo importante; el acosador debería estar por llamar en cualquier segundo. Al menos eso había sido lo acordado. Fue entonces cuando me dirigí directo hacia donde el teléfono fijo estaba para esperar el llamado.

¿Quién lo diría? En estos meses en los que estuve viviendo aquí, pasé de odiar con toda mi alma las llamadas a sentarme a esperar una.

Me detuve en cuanto llegué a la mesita donde se suponía que debía estar el aparato. Digo "suponía" porque cuando terminé frente al mueble, no encontré rastros de éste por ninguna parte.

—¡¿Bash?! —lo llamé— ¡¿Acaso sabes dónde está el teléfono de línea?!

Como no me contestaba, seguí buscando al dispositivo por los cajones de la mesita, y hasta fui a la cocina para asegurarme de que alguien no lo hubiera puesto en el congelador por accidente. Pero nada.

Di media vuelta y caminé a pasos firmes hasta donde estaba Bash, en mi cuarto del cual se había apoderado. Terminaba de firmar unos papeles de su trabajo en mi escritorio cuando yo golpeé la mesa con fuerza para que me prestase atención.

—¿Dónde está el teléfono? —le pregunté sabiendo perfectamente que había sido él quien lo había ocultado, ¿quién más sino?

Bufó por mi enojo que seguramente había predicho desde antes de llevarse el aparato—. Daria... —comenzó, consiguiendo que levante una ceja para que termine de formular la oración—... A ver, ¿qué querías que hiciera? ¿Eh? Te estás poniendo en peligro al hablar con ese extraño —exclamó de pronto.

No lo podía creer. Lo invitaba a mi departamento para que viva conmigo y no se tuviera que quedar en la calle sin cobrarle un centavo y ahora él se creía mi papá para quitarme las cosas y decirme qué podía hacer y qué no. ¿Acaso estaba bromeando?

—Dame el puto teléfono, Sebastian —le dije prácticamente escupiéndole las palabras. Si había algo que me ponía de muy mal humor, era que la gente invada mi espacio personal. Y, créanme, que mis pertenencias forman parte de mi espacio personal.

Bash solo me ignoro para pararse de la silla y pasarme de largo, caminando hacia fuera de la habitación. No me tarde mucho tiempo antes de seguirlo para que me devuelva lo que era mío.

—¿Qué diablos pasa contigo? ¿Te crees mi padre acaso? —aunque le estuviera exclamando todo esto mientras trataba de igualar sus pasos, él solo seguía caminando sin dirigirme la mirada— ¡¿Dónde mierda está el teléfono?!

—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué lo quieres?! ¡¿Para hablar con él acaso?! ¡Harás que te maten, Daria! —gritó volteándose para encararme al decir eso.

Fruncí el ceño y me alejé rápidamente de él. ¿Qué demonios era lo que le ocurría? ¿Por qué no quería que me acercase al teléfono fijo? ¿Por qué Bash no quería que hable con el acosador?

—Eso es asunto mío y solo mío. Además, ¿por qué te molesta tanto que el acosador me llame? —quise saber, bajando el tono de mi voz para intentar calmar la situación.

Bash negó con la cabeza—. No tiene caso intentar explicarte. Pero si sigues manteniendo contacto con él, créeme que te asesinarán —me dijo, dirigiéndose a su cuarto de nuevo.



𝐒𝐇𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒 | 𝟶𝚆𝙴𝚂𝚃𝙴𝚁𝙻𝚄𝙽𝙳
22/o4/2023

SHIVERS © [Ethan Landry] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora