CAPÍTULO CUARENTA Y TRES

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O43 | FUCK IT

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O43 | FUCK IT

Me separé de Ethan en cuanto me di cuenta de lo que estaba haciendo. Por mucho, mucho que lo deseara, mi consciencia gritaba que luego me arrepentiría de esto.

—Esto no está bien, Ethan, estás demente —le dije como si fuera algo que debía recordarle.

Ethan rio por mi comentario—. ¿Quién mierda no lo está, Daria? —preguntó pensando que estaba bromeando y acercándose nuevamente a mi rostro.

Puse mis manos en sus hombros para frenarlo, por mucho que quisiera, algo dentro mío me decía que teníamos que parar, que no era correcto.

—Ethan... —susurré, mirándolo con ojos suplicantes para que ya no insistiera. Sabía que si él lo hacía, yo no podría negarme.

No era tan fuerte como él.

—Daria... —repitió antes de esbozar una pequeña sonrisa, sabiendo que prácticamente ya había cedido.

Sus ojos mirándome con ansias, como si estuvieran esperando el segundo en donde le dé el pase libre para volver a atacar mis labios de una vez por todas, me volvían débil. No podía negar que lo que estaba haciendo era motivo de arrepentimiento en un futuro, pero luego de verlo así, no pude frenarlo más.

Rodé los ojos, mandando a la mierda a mis pensamientos. Si esto era un error, entonces sería problema de la yo del futuro.

—Al carajo —susurré, generándole una increíble alegría. Volteé hacia él rápidamente y tomé sus mejillas para besarlo nuevamente.

Esto era lo que Ethan me hacía sentir, ganas de mandar todo a la mierda y simplemente fluir con él, hacer lo que quería sin preocuparme por las inminentes consecuencias que eran prácticamente inevitables.

Nada importaba mientras estuviéramos juntos.

Ethan bajó sus manos a mi cintura, presionándome contra él como si temiera que pudiera huir de sus brazos. Sonreí en el medio del beso, jugando con el cabello de su nuca a medida que el contacto se profundizaba.

—Algo que está mal no puede sentirse tan bien —murmuró, separándose de mí por unos instantes, pero no lo dejé terminar cuando volví a unir nuestros labios con desesperación. Quería aprovechar ese momento en el que ninguna preocupación atravesaba mi cerebro para hacer todo lo que deseaba, sin inconvenientes.

Claro que no todo podía salir como yo quería.

Terminando el más magnífico momento que había tenido en toda mi vida, escuché como alguien ponía las llaves en la cerradura de la puerta principal.

Bash.

Volví a tomar distancia de Ethan, viendo su rostro confundido por haber interrumpido lo que estaba haciendo—. ¡Es Bash! ¡Ponte la máscara! —en cuanto susurré esto, se activó automáticamente, corriendo para acatar mi indicación sin tiempo que perder.

—Llegué —dijo Bash en cuanto entró al departamento. Había olvidado que debía buscar unos papeles para terminar el trámite de mudanza.

En cuanto Bash pisó la habitación, sentí como el ambiente se helaba. Su mirada estaba dirigida a un punto detrás de mí, el cual era obvio que era Ethan. Vi su rostro empalidecer al darse cuenta de lo que significaba.

—Bash... —comencé, pero me interrumpió antes de que pudiera seguir.

—¡Daria, hazte a un maldito lado! —me gritó, buscando entre los estantes de la zona a la que alcanzaba.

—¡Bash, no! —le grité cuando encontró un bastón que teníamos en el departamento del anterior dueño.

Dios, ¿en serio el universo tenía que odiarme tanto como para que Bash llegue justo en el maldito instante en el que estaba con Ethan?

Me alarmé al ver cómo se aproximaba al mencionado, decidido a pelearse con él, pero mis alarmas de alerta se dispararon por completo en cuanto vi a Ethan responder a su ataque. Si ellos dos peleaban, era mas que obvio que Bash moriría. No podía dejar que eso pase, pero tampoco tenía opción.

Ethan esquivó el ataque de Bash, haciendo que todo el aire que estaba conteniendo en mis pulmones pudiera soltarse. Al menos no estaba mostrando tanta iniciativa con la idea de asesinarlo.

Aproveché el momento en el que ambos estaban distraídos para buscar un objeto que tenía en mente, con el que podría efectuar el plan que había maquinado hace unos segundos. En cuanto lo encontré, por poco comienzo a festejar de la victoria; era un viejo porta velas que ya estaba en el departamento cuando llegué. Manos a la obra.

Me acerqué a la dupla sin intención de distraerlos de su pelea, y justo en el momento en el que Bash me dio la espalda, pum.

Lo noqueé con el candelabro.

Vi su cuerpo caer desplomado al suelo, aliviando todos mis nervios alertados, y mostrándome la figura de Ethan completamente inmóvil.

—¿Estás bien? —me quise asegurar, dejando el porta velas en la mesa mientras intentaba tranquilizar mi respiración.

Ethan se quitó la máscara de un tirón para verme completamente desconcertado—. ¿Lo noqueaste? —preguntó.

—Sí, ahora no tendrás que matarlo para que no diga nada. En cuanto despierte estaré yo para explicarle que pude escapar del departamento antes de que me hagas algo —le dije rápidamente, agachándome para mover el cuerpo inconsciente de Bash en el suelo.

Ethan seguía sin moverse, viendo a un punto fijo en el suelo como si estuviera procesando lo que había pensado.

—¿Me ayudas? —pedí, haciendo que vuelva a la realidad.

—Oh, sí, lo siento.


𝐒𝐇𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒 | 𝟶𝚆𝙴𝚂𝚃𝙴𝚁𝙻𝚄𝙽𝙳
05/05/2023

SHIVERS © [Ethan Landry] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora