CAPÍTULO VEINTE

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O20 | I'M BACK

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O20 | I'M BACK

Esa noche, aunque les suene repetitivo y, de nuevo, trayéndome dejavú's de esta misma situación, el sonido de mi teléfono de línea hizo que me desconcentrara del programa que veía en mi sillón.

No había marcado al número que el sheriff me había dado, tampoco pensaba hacerlo en un futuro cercano, así que la persona que estaba llamando sólo podía ser una sola.

Daria —mi nombre susurrado por esa voz grave que desde un principio me había causado terrores fue lo único que se oyó.

—¿Qué es lo que quieres? —¿primero aparecía, luego se esfumaba, y luego volvía a aparecer? ¿Quién se creía este tipo que era?— ¿Hola? ¿Escuchas lo que digo o ya volviste a desaparecer y a dejarme colgada en la línea? —la molestia que mi cuerpo había acumulado todo ese tiempo reemplazó la culpa por haberlo dejado plantado esa noche.

Semanas sin siquiera dejar un mísero mensaje, ¿por qué ahora se había decidido por aparecer?

Estás molesta —afirmó como si no fuera algo obvio.

—Oh, ¿en serio? Cuéntame más, Sherlock que ese dato crucial se me pasó de largo —ironicé, queriendo que vaya al punto de su intento mediocre de excusa.

Se ve mal, lo sé. Pero la situación no es fácil, Daria. No es seguro que te haya hablado antes y no es seguro que lo haga ahora —¿no es seguro? ¿Lo están persiguiendo o qué es eso que tanto le preocupa?

El día que este hombre acabara con los misterios, el suspenso y el drama; agáchense, viene un meteorito a destruir la tierra.

—Ya basta con los secretos. Estoy cansada, frustrada, evitas que pueda dar mi siguiente paso con alguien que sí me quiere y no me abandona como tú lo hiciste, pero aún no puedo entender qué es lo que obtienes de todo esto —sabía que recriminarle de esa forma no era la manera más adulta de sobrellevar el conflicto, pero vamos, era un acosador. Las moralidades están de sobra.

No te abandoné, jamás lo haría —refutó sin tartamudear ni por un segundo. Tal vez decía la verdad, pero en ese momento lo único que se pasaba por mi cabeza era «mándalo a la mierda».

—Oh, entonces ¿fuiste tú quien vino por mí la vez que te llamé a la cafetería? No recuerdo haberte visto en realidad —hablé con sarcasmo. El hilo de este diálogo perdía cada vez más sentido.

No contestó por unos segundos, probablemente porque estaba pensando su respuesta—. Fui a buscarte esa noche... ya te habías largado.

—Sí, tal vez porque no he sabido de ti en semanas. ¿Qué me confirmaba que no ibas a esfumarte de nuevo? ¿Qué me confirmaba que decías la verdad? Dios, me recuerdas a... —me callé en ese instante.

No era justo compararlo con el nombre que se me vino a la mente, pero no pude evitarlo. Toda esta situación me recordaba a mamá y a...

No lo digas.

¿A tu padre? —preguntó él con ligera molestia que pude identificar en su voz— Tu padre está muerto, Daria. No te abandonó.

—¡Por favor, ¿por qué todos siguen diciendo eso?! —exclamé.

Esta situación me superaba. Papá se había ido de mi hogar, nos había dejado, pero al menos en mi cabeza seguía vivo, le estaba yendo bien donde sea que esté. Al menos pensaba eso hasta ahora, donde todos parecen estar perfectamente seguros de que mi papá está cinco metros bajo tierra gracias a una cuarentona de los noventa.

Hablan como si lo hubieran visto morir, ¡no puedes decir que alguien está muerto, sin estar seguro de que lo está! ¡Son reglas básicas de convivencia humana!

Porque es la verdad, si no quieres aceptarlo, está bien, pero no niegues la realidad.

—¿Acaso viste su cuerpo pálido, sus ojos sin vida o por lo menos revisaste sus muñecas para asegurarte de que su pulso estuviese latente? —no lo dejé ni contestar antes de continuar con mis gritos— ¡¿Lo ves?! ¡No sabes nada!

Era consciente que lucía como una niña pequeña en ese instante, pero no me importaba. Era hora de que este imbecil me escuchase.

Sin embargo, la línea quedó muda. No escuchaba nada saliendo del auricular, lo que significaba que el acosador aún procesaba mis palabras recientes.

—... ¿con quién estoy evitando que des el siguiente paso? ¿Es un amigo tuyo... o una amiga? —no puede ser. ¡¿Acaso eso fue lo único a lo que le prestó atención de todas mis frases anteriores?

—¡No te importa! ¡Nunca te importó y ya me cansé! ¿Sabes qué? Sí, es un amigo. Y él merece que sea honesta con él, merece mi palabra y mi confianza, y gracias a ti, lo estoy irrespetando de una forma impresionante.

No me puse a pensar en las consecuencias de mis palabras hasta ese momento. ¿Y si se enoja? ¿Y si lo comienza a buscar? Siempre consigue rastrearme a mí, no sería muy diferente.

Así que un amigo, ¿eh?

No, ni soñando dejaría que este tipo le tocara un solo cabello a Ethan. Puede molestarme lo que quiera pero en cuanto me entere que se involucró con él, tendremos problemas.

Por una vez en mi vida, debía tomar la decisión madura. No ser impulsiva, no contestarle para demostrar que tengo la razón, sino proteger al que realmente importa ahora: Ethan, mi Ethan. Si para mantener al acosador alejado de él significa que tengo que cortar mi comunicación con él, lo haría.

—Tu tiempo se acabó, Joe Goldberg —finalicé antes de presionar el teléfono contra el marcador para colgar la llamada.

Esto era lo mejor, mientras yo me mantuviera alejada del acosador, él se mantendría alejado de Ethan. Todos estaríamos a salvo, todo volvería a la normalidad.

Dios, esa voz sin rostro sí que sabe cómo darme escalofríos.

𝐒𝐇𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒 | 𝟶𝚆𝙴𝚂𝚃𝙴𝚁𝙻𝚄𝙽𝙳
12/04/2023

SHIVERS © [Ethan Landry] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora