CAPÍTULO CUARENTA Y DOS

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O42 | YOU ARE MY LIFE

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O42 | YOU ARE MY LIFE

Ethan avanzaba a pasos lentos en mi dirección, al mismo tiempo que yo retrocedía ese camino, sintiéndome de alguna manera intimidad por su sonrisa sádica y esos ojos que parecía ya no reconocer.

—¿Por qué no atendiste de inmediato como lo hacías antes? Te estuve llamando por un rato —dijo con un tono de voz grave y suave, que no perdía para nada su toque escalofriante.

Me alarmé cuando en su mano izquierda, a la que no había visto hasta ahora por haber estado cubierta por la túnica, se asomó un cuchillo brillante, el cual comenzó a chirriar en el momento en el que Ethan lo presionó sobre el borde de la mesada. A medida que más se acercaba, el cuchillo rozaba con más fuerza la madera, y más fuerte era el ruido que provocaba, acompañado por la tensión y el terror del ambiente.

—Pues antes no sabía que eras un psicópata vengativo que viene de un linaje aún más extenso de homicidas —le dije desviando mis ojos al cuchillo de vez en cuando, queriendo que esté bajo mi supervisión en todo momento.

Ethan era impredecible.

Ya no confiaba en él, no podía estar segura de que estaba a salvo con su presencia. Sin embargo, intenté no demostrar ninguna señal de pánico frente a sus ojos, lo cual siento que no logré pues esa sonrisa petulante gritaba burlas en mi dirección.

—Daria, Daria, Daria... —repitió mi nombre—... ya te lo había dicho, ¿verdad? ¡Me traes loco, rubia! —exclamó seguido de una risa que me provocó un escalofrío—. Enamorado, encantado, galanteado, cortejado, encariñado, de cualquier forma que quieras decirle —sentí la pared chocar con mi espalda por lo mucho que había retrocedido. Estaba acorralada—. Sólo sé que pienso en ti cada día, Daria —su tono risueño desapareció justo cuando dijo esa frase. Ya estaba prácticamente pegado a mi cuerpo, no tenía forma de escapar de allí.

Ethan alzó el cuchillo, haciendo que pare de respirar en ese mismo momento. Con el filo, me rozó la mejilla con cuidado, casi como una caricia, sin dejar de ver mis labios en ningún instante.

—Eres lo primero que pasa por mi mente al despertar, y lo último en lo que pienso antes de dormir. Mierda, incluso hasta apareces en mis sueños...

—Tú en mis pesadillas —lo interrumpí, haciendo que su expresión se volviese más seria, decaída pero no triste. No pensaba que con ese pobre discurso lograría comprarme, ¿verdad?—. Y lo que describes, es obsesión, no amor.

—Estoy enamorado de mi obsesión por ti. O estoy obsesionado del amor que me haces sentir —de nuevo, sin rendirse, se enfoco en el filo de la navaja sobre mi mejilla, consiguiendo que trague saliva nerviosa al no saber lo que planeaba—. De cualquier manera no dejas mi mente en paz. Tú eres la que le trae paz... —siguió, con sus ojos viajando desde los míos hasta mis labios—... No busco asustarte, busco protegerte.

—Lo dices con un cuchillo pegado a mi rostro —le corté con los dientes apretados por los nervios. Tenía literalmente mi vida en sus manos, un movimiento en falso y no sabía lo que podía pasar.

Ethan sacó la daga de mi piel acompañado de un bufido frustrado—. ¿Cuántas veces tengo que decirte que jamás voy a lastimarte? —preguntó desesperado.

—Puedes dejar de hacerlo, no te creeré de cualquier forma —le dije cruelmente, mirándolo con desprecio en un intento de hacer que se largue de mi departamento.

Él me observó incrédulo, dolido—. ¿Por qué eres tan... —buscó la palabra por unos segundos, golpeando al aire con su mano—... necia? —dijo con la mandíbula apretada.

—Porque me mentiste, Ethan —solté, haciendo que mis sentimientos recorran mi cuerpo otra vez y nublen mis sentidos—. Me decepcionaste y engañaste de maneras que nadie había hecho antes —no pude evitar que mis ojos dejen esa furia en la que me resguardaba muy atrás, inundados por la tristeza y el sentimiento de traición.

—Lo sé, y lo siento pero era la única forma de asegurarme que... cuando llegase el momento, no pudieras abandonarme.

Sus palabras hicieron que mi cuerpo se helara en ese lugar.

—¿De qué hablas? —pregunté cautelosamente, viendo como volvía a acercar su rostro al mío, ahora con una expresión más vulnerable.

—No puedes delatarme, así como yo no puedo asesinarte —me dijo, con sus ojitos suplicándome que lo escuche—. Necesitas de mí tanto como yo necesito de ti. Llámalo obsesión, llámalo estar enfermo, pero, ¿esto? —tomó mi mano con la suya y la apoyó en su pecho, justo donde se encontraba su corazón— No puedes decirme que no es real. No puedes decirme que lo que siento por ti no es real. ¿Será malo o bueno? No lo sé, solo estoy seguro que es poderoso. Lo suficiente para evitar que pueda decidir por mí mismo.

Odiaba ser tan débil, odiaba que esas estupidas frases llegaran tan a lo profundo de mi alma, ocupando el espacio en donde estaba el enojo antes. Odiaba ser tan fácil de manejar por él, tan dispuesta a creerle cada palabra que me dijese.

—Eres un asesino, eres un monstruo —dije intentando convencerme a mí misma de lo que decía.

Ethan tomó las mejillas de mi rostro con sus manos que anteriormente sostenían a la máscara y el cuchillo, los cuales no sé dónde dejó.

—Uno que te ama, Daria, tienes al monstruo de la película en la palma de tu mano —confesó, y ahí lo supe.

Lo amaba, lo amaba sin importar qué cosas horribles hiciera.

Aprovechando mi momento de reflexión, Ethan hizo lo que yo había estado esperando desde que nos conocimos. Terminó de romper el contacto que nos dividía y juntó nuestros labios de una buena vez. Ethan me besó, Ethan me besó de una forma cariñosa, pero aún así como si temiera que lo apartara. Ethan me besó como si fuera la ultima vez que lo haría, sabiendo que ambos éramos la perdición y la salvación del otro en todo sentido.

Lo estaba besando, ¡mierda, lo estaba besando!

Todo este tiempo de espera, de peleas, de coqueteos y momentos en los que me había demostrado su amor y cuidado habían valido la pena, lo estaba besando y era la mejor sensación que había sentido en mi vida.

Un beso que no tardó en verse envuelto por el miedo a que no vuelva a ocurrir, generando que ambos nos dedicáramos a aprovechar la situación como si se nos fuera a escapar de las manos en cualquier instante. Un beso intenso, lleno de emociones. Un beso asesino, que daba vida.

O un beso de alguien, que sabía que era mi vida.

𝐒𝐇𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒 | 𝟶𝚆𝙴𝚂𝚃𝙴𝚁𝙻𝚄𝙽𝙳
03/05/2023

SHIVERS © [Ethan Landry] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora