CAPÍTULO VEINTIDÓS

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Ethan

Todo estaba yendo perfecto, Daria seguía ciegamente cada parte de mi plan sin siquiera ser consciente que lo hacía. Al llamarla conseguía que hiciese exactamente lo que yo quisiese, ella nunca le negaba nada a su acosador. Mientras que al conocerme, bueno, así es como puedo tenerla en la palma de mi mano. Y ahora al molestarme con ella cuando me dijo de sus conversaciones telefónicas, eliminé cualquier posible duda que yo y el acosador podamos ser la misma persona.

Ethan era su lugar seguro y el acosador su pizca de adrenalina.

—Tenemos nueva información importante que podría modificar de cierta forma el plan que todos conocemos —dijo mi papá, observándonos a Quinn y a mí esa tarde que nos pidió reunirnos para hablarnos de ciertos temas fundamentales—. Macher —señaló la foto de uno de los Ghostfaces originales.

—¿Qué con él? —preguntó Quinn, leyendo mis pensamientos— Está muerto.

—Mmh, tengo noticias que podrían o no refutarte esa teoría —agregó suspenso, paseándose de un lado a otro en la habitación.

Fruncí el ceño en confusión. Stuart Macher estaba muerto y todos lo sabíamos.

—No es una teoría —me metí en la conversación—. Prescott lo rostizó con el televisor, ¿lo olvidaste?

—Eso hasta donde sabemos —y seguía con sus respuestas inconclusas.

Lo que conocía de Stuart Macher era sencillamente lo que había oído de mis allegados, los cuales todos y cada uno de ellos me dijeron lo mismo: él había fallecido. No había forma de que hubiese sido diferente.

—Stuart era algo impulsivo, hasta estupido podemos decir en ciertas áreas. Pero el maldito sabía como ponerse de pie —continuó mi papá—. Ethan, ¿cuál es la manera más efectiva de evitar ser perseguido por la policía al demostrar que eres culpable?

Por supuesto, ¿como no lo pensé antes?

—Fingir la muerte.

Aunque esa parte de su lógica sea factible, no prueba que el asesino en cuestión esté con vida.

—¡Hoy es nuestro día de suerte, muchachos! Porque tenemos a la prueba viviente que Stuart escapó con todas sus partes de esa casa —alegó sonriente. ¿De qué está hablando?—. De hecho, Ethan, creo que la conoces bien —mi mueca de desconcierto empalideció cuando, en la mesa, apoyó una foto de esa rubia que tanto ocupaba mis pensamientos. Una foto de Daria.

Mi cerebro gritó "alerta" en ese instante con letras rojas—. Yo no sé quién es ella —dije, tartamudeando sutilmente por los nervios. No podía permitir que mi padre usara a Daria para sus planes macabros, deseaba mantenerla fuera de esto.

—Oh, por supuesto que lo sabes. La conociste esa vez que te envié a la librería a conseguir las cintas de video para Quinn, ¿ya lo olvidaste? —su expresión burlona solo lograba hacerme perderme más en la conversación.

Hasta que lo entendí, él hizo que todo pasara. Él quería desde un principio que conozca a Daria Rushman.

—¡Tú lo sabías! —me exalté, apuntándolo con mi cuchillo— ¡Tu lo supiste todo este tiempo! No solo lo supiste, ¡fue tu plan!

—¡Y tú lo seguiste sin indicaciones de mi parte! —se defendió, logrando que mi furia aumentase— Lo único que hice fue darte un pequeño empujón, hijo. El cómo la involucraste fue cosa tuya.

No podía creerlo, todo este tiempo intentando alejarla de lo que creía que sería su perdición, y mi padre lo que deseaba era exactamente lo opuesto.

—Espera, padre, ¿por qué Daria es importante aquí? —preguntó Quinn, sosteniendo mi brazo para evitar que me abalance sobre el hombre frente a mí.

—Bueno... lo cierto es que esa noviecita tuya, Ethan, tiene el apellido de su madre soltera, "Rushman". ¿Alguna vez te preguntaste cuál es el apellido de su padre? —lo único que mi cuerpo deseaba con todas sus fuerzas en ese instante, es que no dijera lo que creía que diría.

—Daria no sabe nada de su papá, se fue cuando ella era pequeña —contesté, intentando convencerme a mi mismo de que mi papá no soltaría esas palabras.

Era eso lo único que pedía, que Daria no tuviera nada que ver con este asunto, que no tengamos que ponerla en peligro.

Pero sabía que no era posible, sabía que desde el momento en el que marqué ese número en el teléfono fijo la había condenado. Y lo peor de todo, es que no me arrepentía.

Si el haber hecho lo que hice significa que ahora no puedo alejarme de ella, lo acepto. Pero y aunque esta maldita necesidad que tengo de tenerla cerca y bajo mis propios ojos sea lo que más mueve mi cerebro y corazón en este mismo instante, muy dentro mío sabía que si deseaba lo mejor para ella, debía dejarla ir.

—Pues esa rubia carismática que tanto quieres, se llama Daria Rushman, o... —apoyó un documento sobre la mesa, un documento donde aparecía la foto de una niña rubia con una gran sonrisa en su rostro, y a su costado, ese nombre resaltado en cursiva—... Daria Macher.

Mierda.

𝐒𝐇𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒 | 𝟶𝚆𝙴𝚂𝚃𝙴𝚁𝙻𝚄𝙽𝙳
14/04/2023

SHIVERS © [Ethan Landry] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora