CAPÍTULO VEINTITRÉS

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O23 | BLONDE PROBLEMS

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O23 | BLONDE PROBLEMS

—¿Novedades? —preguntó Ethan en mi oído, asustándome pues no lo vi llegar desde detrás del mostrador.

—Por Dios, me enfermas —me quejé, golpeándole suavemente el pecho en broma—. Sergio no debería haberte dado el trabajo.

—Oh, vamos, ¿si no quién te haría compañía?

Sí, a medida que mi relación con el acosador se destruía, la que tenía con Ethan se hacía más y más fuerte. Cada vez que daba un paso más en nuestro vínculo, descubría cosas de él que solo me hacían querer mantenerme a su lado y no apartarme jamás. Además, lidió con lo del acosador bastante bien, y parece que desde que le conté todo ha estado más feliz consigo mismo y con la situación. Seguramente se siente bien porque le demostré que confío en él lo suficiente como para decirle la verdad.

—Sufriría la desgracia de tu ausencia —me volteé, encontrándolo a poca distancia de mi rostro pero aún separados por la diferencia de altura.

—¿Has crecido un centímetro? —preguntó con una gran sonrisa, acercándose más a mí. Este juego de suave coqueteo era uno al que Ethan le divertía jugar, y yo no tenía problema en seguirle la onda.

—Dos —corregí, alzando mis cejas para remarcar lo increíble de mis palabras—. Ser una chica de 1,63 está en el pasado, ahora puedo mentir y decir que mido 1,70 —me volteé velozmente, haciéndolo reír cuando mi corto cabello lo golpeó en el rostro.

—Montañas rusas de feria, allá vamos —dijo mientras se dirigía al otro lado del mostrador, quedando frente a mí.

Solo para aclarar, está bromeando, yo claramente puedo subir a montañas rusas sin problema.

—Uhh, ¿me invitarás a una cita? —me apoyé sobre mis manos en la mesada.

—Teniendo en cuenta que ya me rechazaste un beso una vez, no creo que sea la mejor idea —negó, pero aún así imitó mis movimientos al descartar nuevamente el espacio que nos separaba.

—Ese es el punto, ahora puedes cobrármelo —Ethan bajó la cabeza para reírse de mi comentario.

Ahora él trabajaba junto a mí en la cafetería. Había pedido un puesto hace unos días para, supuestamente, evitar que mi acosador tenga la oportunidad de venir por mí cuando esté trabajando.

—Ve a tu descanso, yo me encargo —dijo antes de darse la vuelta y caminar hasta una de las mesas.

Por supuesto que yo no iba a irme a mi descanso, pocas veces lo hacía. Al tener poco personal había que trabajar de más, pero me resultaba tierno que quisiera evitar que yo hiciera más horas de esfuerzo de las que me pagaban.

A esto me refiero cuando digo que es el tipo de chico que cualquier chica podría querer.

—Disculpa, ¿crees que ese chico podría atendernos? —la voz de una chica me saco de mis pensamientos.

La miré confusa por su petición, hasta que entendí que estaba hablando de Ethan pues lo señalo con el dedo.

—¿Perdón?

—Es que está buenísimo, ¿no lo crees? —alcé mis cejas con sorpresa por su declaración.

Eh, disculpa, ¿acaso no sabes lo que es tener vergüenza ajena? ¿Ni un poco de respeto? No puedo decir si viste el cartel de la entrada o no, pero no es un lugar donde puedas coquetear con los meseros. Te sirven la comida, no son trabajadores sexuales.

Quise decirle eso, pero en lugar solo murmuré—. Está ocupado ahora con otra mesa, señorita.

—Oh, vamos, cuando se libere dile que venga para nuestro lugar, ¿sí? —se volteó para dirigirse a su silla sin siquiera esperar una respuesta de mi parte.

Volteé los ojos irritada, no todas las rubias somos iguales, pero esa era de las típicas que alimentaba el estereotipo.

Espera, no es justo que sea tan agresiva con ella. No me ha hecho nada malo, simplemente que tiene la pinta de ser una arrogante superficial. Para nada el tipo de Ethan.

—Wow, ¿por qué esa cara? Los ángeles se lamentaran al ver a una de los suyos perder el brillo de sus ojos —borró la sonrisa de su rostro cuando le arrojé un trapo al pecho que tuvo que atrapar.

—La rubia de la mesa cinco ha reclamado tu atención. Ten cuidado, tal vez te salte a la cara un caniche de su bolso. O tal vez te quiera pagar con euros... y no por tus servicios de mesero exactamente —le advertí exagerando las posibles situaciones que podrían pasar antes de correr a la cocina sin darle tiempo a contestar.

¿Fui injusta? Sí.

¿Fui agresiva? Sí.

¿Me importa? No.

¿Quién se creía esa chica para ir y pedir que un mesero específico le atienda? ¿Acaso cree que el servicio es único y exclusivamente para ella? Pues no, hay otros clientes que también necesitan que Ethan les sirva. ¡Mejor aún! Que él trabaje desde la cocina a partir de ahora, así nadie tendrá que ir a acosarlo para que vaya específicamente a su mesa.

¿Y qué si yo debía ser la que les atendía? ¿Me iban a echar acaso?

—Ya puedes salir de ahí, he terminado y ninguna me ha sugerido pagarme cincuenta dólares de más por un trabajo manual así que estamos a salvo —escuché que Ethan me gritaba del otro lado.

—¿Oral tampoco? —al no oír respuesta, imaginé como negó la cabeza ante lo que dije.

Dios, debía calmarme, estaba siendo demasiado inmadura para mi propio bien.

Por suerte, en cuanto salí de la cocina, me di cuenta que Ethan no me había mentido con lo de que ya había terminado de atender a las dichosas clientas que tanto deseaban su atención. Lo que sí, me alarmé levemente cuando vi a una de ellas acercarse a mí.

—Hola de nuevo, sí, quería disculparme por haber dicho eso del mesero. No sabía que era tu novio —dijo la rubia de antes con una mano en su pecho.

Espera, ¿qué cosa?

—¿Qué has dicho?

—No te preocupes, él ya nos explicó la situación. De nuevo, perdón si te hice sentir incómoda, ya nos vamos con mis amigas.

Ignoré como se disculpaba para voltear a mirar como Ethan atendía a otro cliente en una de las mesas. Sonreí inconscientemente por lo que la rubia acababa de decir.

¿Él había dicho que estábamos juntos?


𝐒𝐇𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒 | 𝟶𝚆𝙴𝚂𝚃𝙴𝚁𝙻𝚄𝙽𝙳
15/04/2023

SHIVERS © [Ethan Landry] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora