SHIVERS © [Ethan Landry] ✔️

CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

O38 | WELL I GUESS I HAVE A TYPE

—¿Acaso estabas hablando de nuevo con él? —me preguntó dolido y sin poder creerlo.

—¡Estas demente! —le grité, dándome media vuelta dispuesta a encerrarme en otra habitación, cualquiera me servía, solo quería tener un poco de tranquilidad para procesar todo lo que había pasado antes.

—¡Por favor, Daria, tienes que escucharme! —me gritaba, siguiendo mis pasos, pero mis horribles ganas de vomitar hacían que no pudiese ni oírlo demasiado. Se sentía como un grito lejano, y que la única razón por la que lo podía percibir era por el eco que golpeaba mi craneo incesantemente.

Lo ignoré, solo seguí caminando. No podía lidiar con él ahora, no quería lidiar con él ahora. Cosas más importantes rondaban por mis pensamientos en ese instante.

Ethan es Ghostface.

—¡Dame una oportunidad, Daria! Te explicaré todo.

¿Cómo no lo vi antes? Esa fingida amabilidad, esa noche que vino a buscarme en el auto, su extraña obsesión por las películas de terror. ¡Mierda, parecía que me lo había estado gritando todo este tiempo!

"Corre" aún esa palabra retumbaba en mi cabeza. Solo Ethan podría saber esa información. Se lo dije esa tarde en la biblioteca cuando nos conocimos, nadie más lo sabía. No podía creer que había sido tan ingenua para confiar así en él.

Por supuesto que el primer chico del que me enamoré terminaría sido un monstruo asesino serial despiadado que viene de un linaje de homicidas.

Supongo que tengo un tipo.

—¡Bien! Bien —cedí, dándome vuelta para encarar a Bash—. Pero serás tú quien me escuche primero —lo señalé, ganándome un asentimiento de su parte—. Esta es mi casa, yo te dejé estar aquí —por poco grité mis palabras, acercándome cada vez más a él a medida que retrocedía por la dureza de mi voz—. Así que o vives bajo mis reglas, ¡o te largas a la puta calle!

Bash tragó saliva, algo sorprendido por mí repentina furia que había estado conteniendo por un tiempo. Suspiré profundamente para relajarme y poder hablarle más correctamente, si seguía gritándole de esa forma nunca llegaríamos a un acuerdo.

—Bien, así es la cosa; yo llamaré a quien se me da la puta gana, hablaré con quien se me da la puta gana, y saldré con quien se me da la puta gana, ¡y tú deberás estar bien con eso! ¿Okey? Vas a tener que quedarte sentadito, viendo como me largo, o como me asesinan. Porque si me asesinan, será problema mío, no tuyo, ni de nadie más, ¿oíste? —hasta yo me sorprendí por cómo estaba hablándole, pero en ese momento no era demasiado consciente de que ésa no era la mejor forma de solucionar un conflicto.

Bash volvió a asentir, estando de acuerdo con las cosas que decía. Bueno, puede que no esté completamente bien con ellas, pero al menos no se estaba quejando y eso era suficiente.

—Ahora dime, ¿por qué estás tan susceptible con que llame a desconocidos? Entiendo que sea algo incoherente pero sé que no estás tan afectado por eso —pregunté, haciendo que Bash suspire profundamente, intentando ordenar sus ideas para decírmelas.

Hizo un gesto con la cabeza señalando los sillones. Quería que tomase asiento allí para poder estar más cómodos en cuanto me diga toda su verdad.

—¿Alguna vez te dije mi nombre completo? —dijo en cuanto nos sentamos. Negué automáticamente con la cabeza— Soy Sebastian McKenzie. Hermano de Liv McKenzie —por la expresión en su rostro podía suponer que esa información era relevante, pero la verdad es que no tenía ni idea de quién era.

—¿Entonces? —solté, queriendo que continúe pues no estaba comprendiendo a dónde iba la conversación.

—¿No sabes qué pasó con Liv McKenzie? —preguntó completamente incrédulo. Elevé mis hombros como muestra de que no tenía idea de quién era Liv McKenzie. Bash bufó por mis palabras, ahora tenía que explicarme eso también—El año pasado, la mató Amber Freeman, la última Ghostface de Woodsboro. Bueno, uno de los últimos —soltó como si nada.

Abrí los ojos desmesuradamente, ni en sueños hubiera imaginado que Bash había vivido de alguna forma los asesinatos de Ghostface. Pero ahora tenía sentido, por eso tanto terror a que un desconocido me llame viviendo sola.

—Oh, y es la ex novia de tu primo —la tranquilidad en su voz no encajaba con la importancia de sus palabras.

¿Qué mierda acababa de decir?

—¡¿Qué mierda acabas de decir?! —exploté, sin poder creer lo que me estaba contando.

Bash alzó ambas manos como señal de inocencia—. Aún es solo una teoría. Pero según lo que sé y la información que reuní, Daria Macher es una posibilidad.

¿Macher? Como Stu Macher, lo recordaba de las primeras películas.

—¿Dices que puedo ser pariente del maldito y psicótico Ghostface original? —pregunté, esperando que la respuesta sea negativa.

—No solo digo eso, sino que eres su maldita hija, Daria.

𝐒𝐇𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒 | 𝟶𝚆𝙴𝚂𝚃𝙴𝚁𝙻𝚄𝙽𝙳
01/o5/2023