CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

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O39 | THE CORE FIVE

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O39 | THE CORE FIVE

—Les prometo que estaremos bien —les afirmé a Tara y a Mindy mientras las abrazaba. Debía darles apoyo aunque no creyera completamente en mis propias palabras, ellas lo merecían. Merecían mi fuerza.

Lo merecían porque todo era mi culpa.

Anika había muerto por mi culpa, murió porque no les dije la verdad sobre Ethan. ¿Por qué aún no lo había delatado? Era un maldito asesino serial, un psicopata desalmado que ni siquiera pudo decirme la verdad de frente. Pero por mucho que me doliera, no podía evitarlo.

Lo adoraba. Mierda, lo amaba más que nada.

Conecté miradas con Sam, quien nos observaba fumando en una esquina. Sam y yo, aunque solo hubiésemos compartido una charla, éramos como hermanas. Había algo que nos conectaba, algo más allá de mi amistad con Tara y los demás. Y ahora lo sabía, nuestros padres habían comenzado esta masacre interminable juntos. Éramos las dos hijas de los dos psicopatas de Woodsboro. Al menos a ella le había tocado el asesino coherente y con una sólida justificación de traumas. Mi papá era un maniático que solo mato a quién sabe cuántos por mera diversión. Bonita historia para contarles a mis hijos.

Ella me sonrió como agradecimiento por estar cuidando a su hermana y a Mindy. Una sonrisa que solo me hizo sentir más culpable de lo que ya me sentía.

—Debí haber ido yo en su lugar —oí que Mindy murmuraba con la mirada perdida. Mi corazón se encogió al escucharla, ella no lo merecía. Anika no debió haber muerto, esa hermosa y amable chica que se sacrifico por una cinéfila experta que conocía hace menos de un año.

Me partía el alma ver que yo lo causé, o que al menos pude haberlo evitado.

—No, no, Min —negué, soltando a Tara para sostener a la morena de las mejillas para que me mirase. Escuché mi corazón crujir cuando vi sus ojos rotos, llenos de lágrimas—. Anika se sacrificó para que hagamos justicia, ¿sí? No dejemos que muera en vano —no era buena con las charlas motivacionales, pero cuando Mindy asintió con una pequeña sonrisa, entendí que lo que le decía funcionaba—. Además, eres una de los cuatrivivientes. La franquicia no tendría sentido sin ti —bromeé con ella, sintiéndome mejor cuando soltó una ligera risa por mis palabras.

—Yo le enseñé la palabra —dijo Tara con una sonrisa, haciendo que las tres nos carcajeemos por el término inventado por Chad y que yo rodeara su hombro, uniéndola a nuestro abrazo.

—Pero yo lo inventé, tengo derechos de creador —apareció el mencionado, formando parte de nuestra conversación y alimentando el cálido momento que estábamos teniendo. Escuchar que todos nos reíamos otra vez fue como un alivio para mi pecho, como si me hubiera quitado un enorme peso de mi espalda.

No todo estaba perdido.

Una vez las risas cesaron, Mindy tomo mis manos para llamar mi atención—. Seamos cinco esta vez, ¿sí? —el cariño que había en sus ojos suplicantes hizo que mi sonrisa se desvaneciera.

Y otra vez, mi corazón se hizo diminuto al oírla. Ella quería que yo los acompañara en esta aventura. Ella quería que yo fuera uno de ellos.

—Los quintivivientes. No suena tan mal, ¿cierto? —aportó Chad, reavivando las carcajadas entre nosotros.

Se sentía bien. Aún teníamos oportunidad de estar bien.

Pero callando el ambiente, él apareció en el parque, haciéndose lugar entre las cintas policiales. Y ahí fue cuando me vio.

Él sabía que yo sabía.

Chad, molesto, se dirigió hasta él para tomarlo de la chaqueta y tirarlo contra una camioneta. Ethan lo observó asustado mientras él lo interrogaba, varias veces dirigiendo su mirada hacia mí. No pude distinguir si esas pequeñas ojeadas eran para pedirme ayuda, ver cómo estaba, o por alguna otra razón en particular.

—¡No la veas a ella, mírame a mí! ¡Daria no va a salvarte esta vez! —escuché que Chad le gritó a Ethan. Esta situación me ponía los pelos de punta en todo sentido de la palabra.

—Es un maldito asesino —susurró Mindy para ella misma. Suspiré sabiendo que tenía razón, pero por mucho que quisiese, no podía delatarlo.

Puse mi mano sobre la suya en una muestra de aliento y cariño—. No sabemos eso aún, Mindy —le dije con suavidad, intentando disuadirla de la idea.

—Es obvio —desvió la mirada sin intención de discutir. Ethan se acercó a nosotras con Chad detrás de él—. Tú encabezas mi lista —el odio en sus ojos solo provocó angustia en mi interior. Quería gritarle que estaba en lo correcto, pero en su lugar solo pude bajar la mirada al suelo.

—Tenía clases —se excusó Ethan desesperado por que le creyeran. Volví a verlo, mi mirada era triste y lo sabía. Estaba decepcionada, destruida por haber sido engañada de esa forma. Decepcionada con él, pero más lo estaba conmigo misma.

Decepcionada porque aún lo amaba.

—Hablaré con él —palmeé el muslo de Mindy y le di una última mirada a Tara antes de levantarme del suelo del vehículo.

—Ey —dijo Chad, sosteniendo mi mano antes de que me vaya con Ethan—. Cuídate —pidió con ojos suplicantes, dándole cortas ojeadas desconfiadas al rizado—, nosotros estaremos aquí.

Asentí—. Lo haré, Chad —aseguré intentando dejarlo tranquilo. Él sonrió y apretó mi mano antes de soltarla para dejarme ir.


𝐒𝐇𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒 | 𝟶𝚆𝙴𝚂𝚃𝙴𝚁𝙻𝚄𝙽𝙳
01/05/2023

SHIVERS © [Ethan Landry] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora