CAPÍTULO DOCE

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O12 | STOP CALLING

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O12 | STOP CALLING

Aunque con mi acosador las cosas habían sido resueltas, no ha vuelto a llamar desde hace un par de días. Fue de pronto, como si lo hubieran secuestrado. Dejó de llamar, dejó de contestar, pero lo peor es que sabía que aún estaba por algún lado. Simplemente que él decidía no hablar conmigo. En serio creí que estábamos bien, pero era claro que algo más paso para que no quisiera volver a hablarme.

Los pensamientos no paraban de dar vueltas sobre mi cabeza. ¿Habré hecho algo mal yo? ¿Es porque lo descubrí y ahora está preocupado porque lo delate? No, juramos que no hablaríamos del tema. Él no dudaría de mí como yo no dudaría de él, sin embargo me estaba volviendo muy difícil la tarea de respetar el juramento. La confianza se gana y se cultiva, así que no podía prometerle que se la entregaría ciegamente si no conozco sus intenciones a mayor profundidad. Mierda, ni siquiera sé su nombre. Lo único de lo que estoy segura es que se lleva bien con los cuchillos y es por eso que lo mejor es evitar hacerlo enojar.

Sergio aún no volvía de sus vacaciones. Faltaban unos pocos días para que la semana terminase y él estaba dudando entre si regresar como había planeado, o quedarse unos días más para disfrutar con su esposa. Yo le recomendé que haga la segunda, no tenía problemas en seguir encargándome del lugar. Después de todo mi trabajo era mi única responsabilidad además de la ansiedad que mi mente manejaba desde que peleamos el acosador y yo.

No sabía qué venía y la incertidumbre era peor que cinco cuchillas en mi pecho.

Bueno, no peor, pero sí terrible.

Revolví el café inconscientemente con la cuchara mientras pensaba en todo lo que estaba ocurriendo esos días. A penas había podido dormir, así que entre el miedo que le tenía al desconocido y la curiosidad de saber porqué no contestaba eran suficientes para conseguir que me desvele.

—Tierra llamando a Daria —esa voz hizo que levantase la cabeza para observar a quién sea que tenga en frente.

Sonreí al ver a Ethan parado allí, viéndome con ojos curiosos y expectantes de una explicación que le dijese porqué estaba tan ensimismada en esa bebida. Ethan había estado apoyándome estos días en donde estuve más decaída que de costumbre. Claramente no le había dicho la razón, pero al menos él tampoco la preguntó.

—Lo siento —me disculpé, agitando mi cabeza y acomodando la taza en una bandeja para llevarla a la mesa correspondiente.

Ethan me retiró la bandeja de mis manos para ayudarme y cargarla él. Otra cosa que pasó en este tiempo es que Ethan comenzó a trabajar conmigo mientras Sergio no está. Se había tomado muy en serio eso de no dejarme sola en ningún momento. Lo que me preocupa es que nadie le está pagando, lo hace a libre voluntad.

Debería pasar ese tiempo estudiando, no ayudándole a una rubia que le hablo dos veces en su vida.

—Ethan —me quejé, queriendo que me devuelva las bebidas. Lo perseguí hasta la mesa donde él dejó el pedido. Bufé al no poder alcanzarlo antes, en serio el no debía hacer todo esto. Era un cliente, no un mesero.

—Estás agotada, —me dijo mientras me agarraba por los hombros y me sonreía de forma dulce. Bueno, tenía ojeras debajo de mis ojos y bostezaba de vez en cuando, así que tanta razón no le faltaba— no digo que necesites mi ayuda, solo quiero dártela, ¿sí? Deja de ser tan testaruda por una vez —Ethan apoyó sus manos en mis mejillas y dejó un beso en mi frente.

Sonreí al sentir mi rostro enrojeciendo—. Ya, parecemos casados —intenté alejarlo torpemente para evitar que la gente me vea en esa posición. Era ridícula, tierna pero ridicula.

Ethan me inmovilizó al sostener mis manos y cruzar mis brazos. Se colocó a mis espaldas mientras mantenía firme su agarre en mis muñecas y se divertía por cómo yo luchaba para que me soltase.

—¡Déjame! —me quejé sintiendo su risa en mi oído. En cuanto me di cuenta que no tenía caso, dejé de removerme y bufé frustrada— Bien, lo siento por reprimir tus muestras de afecto en público. Tienes derecho a demostrar cuánto disfrutas de mi presencia —recité la frase que había tenido que aprenderme para cuando este tipo de situaciones sucedían.

Ethan era un fanático del afecto físico. Era como un niño pequeño del que no te podías despegar ni por un segundo. No es una queja, tan solo que yo no estoy acostumbrada a ese tipo de cariño de parte de nadie. Mamá era de la clase de persona que para felicitarte te da una fuerte palmada en la espalda y una que otra frase sarcástica. Divertida, pero para nada afectuosa.

Cuando Ethan comenzó a mostrarse tan demostrativo conmigo, por un momento pensé que no podría soportarlo. No era que me disgustase, es más, lo disfrutaba muchísimo. Solo que era difícil controlarme cuando parecía que el corazón se me iba a salir del pecho por la cercanía, o mis mejillas se sonrojaban por cada caricia que él me daba. Tuve que aprender a lidiar con ese tipo de contacto para no tener que correr lejos de él cada vez que hacía algo así.

Hablando en serio, ¿cómo es que Ethan no tenía novia?

Digo, es atento, tierno, cariñoso, servicial, caballeroso, alto, guapo. ¿Acaso no tenía ningún pretendiente por ahí? Se me hacía verdaderamente difícil de creer.

—Eso a lo que tú le dices "disfrutar de tu presencia", se llama querer —dejó un último beso en mi mejilla antes de soltarme y dirigirse a otra mesa de clientes.

En mi mente Ethan era el chico ideal. El chico que toda chica querría en su vida. Yo como su amiga puedo decirlo. Lo que te hace sentir cuando te dice cumplidos hermosos, o te sirve como si fueras una princesa, o como provoca que tus corazón se enloquezca con unas simples palabras... todos piensan así de sus amigos, ¿verdad? Todos creemos que nuestros amigos son el tipo de persona que querríamos por siempre en nuestra vida. Que cuando tengamos pareja queremos que sea igual a ellos...

Mierda.

𝐒𝐇𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒 | 𝟶𝚆𝙴𝚂𝚃𝙴𝚁𝙻𝚄𝙽𝙳
05/04/2023

SHIVERS © [Ethan Landry] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora