5/1

55 11 34
                                    

7993 palabras de esta historia han transcurrido, y si todavía no habéis aprendido nada, eso solo significa…que realmente no soy un gran profesor.

Y que puedo ser muy maleable cuando me lo propongo.

- ¡Wyatt! –Una chica con una mini falda y dos perritos olisqueándole los pies le hizo una seña al chico a mi lado, el cual corrió a su encuentro.

- ¡Sixta! –Louie veía fijamente como nuestro compañero salía disparado hacia su hermana mayor, quien era sorprendentemente parecida al mismo.

Sixta Schretown era mucho más alta que Wyatt, pero no me pasaba por mucho. O eso parecía, porque él me llegaba a mí a la altura del pecho, la suficiente para que escondiese el rostro en mi pecho cuando necesitara un abrazo. O para que yo escondiera el mío en el hueco de su cuello.

Descubriría ese importante dato próximamente.

-Dios, sí que has crecido –Dijo la chica, alborotando los rizos de mi acompañante mientras que yo los observaba desde atrás, sin atreverme a dar el paso para saludarla.

-Tú has subido de peso –Mi acompañante se ganó un golpe de parte de su hermana, cuya mirada se dirigió hacia mí momentos después.

- ¿Es el chico del que me hablaste? –Wyatt asintió –Miles, ¿No?

-Mael –La corrigió Wyatt antes de que yo pudiese hacerlo –Es mi amigo.

Y otra vez, ahí estaba esa palabra.

-Muchas gracias, por hacer esto hoy –Dijo la chica, dirigiéndose a mí –Aunque no apruebo totalmente que Wyatt les mienta a nuestros padres, sé que es la única manera de la que podíamos encontrarnos hoy.

-W…wu… -Louie, colgado de mi espalda como si de una mochila se tratase, se acababa de dar cuenta de que no era el centro de atención. Y le molestaba.

- ¿Wu? –Se aventuró mi acompañante, señalando a Louie.

-Creo que intenta decir tu nombre –Le respondí –Eso o “gugu tata”, pero nunca le enseñé a decir eso, así que…

Y entonces, los ojos brillosos de Wyatt se dirigieron a mi hermano una vez más, haciendo que este emitiera un chillido. Estaba feliz.

-Entonces… ¿Es él quien…? –Sixta observó a Wyatt sin disimulo, haciendo que él le diera un pisotón, de nuevo, sin disimulo - ¡Auch!

Yo me había perdido en el significado de esas miraditas, pero, ¿Por qué demonios intentaba lisiar a su hermana?

-No te traje aquí para que la dejaras lisiada –Le reproché - ¿Qué ha sido eso? –Sixta se seguía quejando.

-No ha sido mi culpa, ella me provocó - ¿Era ese el mismo niño que casi me rogó al teléfono para que le trajese a ver a su hermana? –De todas maneras, ¿Dónde está Caleb? Creí que le traerías.

Sixta dejó de tocarse el pie y se puso derecha con un poco de trabajo, como si de repente se hubiera mareado. Una parte de mí pensó que ojalá nunca me ganara un pisotón de parte de Wyatt Schretown.

-Ha tenido que llevar a SiSi al veterinario, al parecer ha comido demasiado chocolate estos días. –Recordé vagamente que Wyatt había mencionado tres cachorritos Pomerania. A nuestros pies, se encontraban dos de ellos.

- ¿Por qué le das chocolate a una cachorrita? Les hace daño –Respondió Wyatt, a lo que Sixta bufó.

- ¡A ella le gusta! ¿Crees que es mi culpa eso?

Y ahí empezó una de las disputas más ridículas que alguna vez he presenciado entre los hermanos Schretown. Miré a Louie de reojo, preguntándome si realmente había valido la pena el viaje hasta acá, y el regaño que probablemente Wyatt terminaría ganándose. Segundos después, Sixta dijo algo que captó mi atención.

AsteriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora