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Poner los pies en Inglaterra fue un auténtico asco.

Decir adiós a una vida de quedarme dormido por las noches y despertarme por las mañanas con Wyatt a mi lado, fue más que un verdadero asco. Fue insatisfactorio, problemático, molesto, incómodo, y cualquier sinónimo de "cuánto me tienta dejar la universidad".
Para ser justos, seguía gustándome mi carrera, así que quizás no llegaba tan lejos, pero sí se acercaba bastante.

Lo peor llegó cuando Louie me preguntó cuándo volvería a casa. Con todas sus letras. Y yo no pude hacer otra cosa que preguntarme cuándo sería ese día, y qué tal saldría. Por aquel entonces, no sabía que sería de mí una vez que terminara mi carrera de astrónomo loco y muerto de hambre. Ni siquiera sabía si volvería directamente a casa de mi madre o si me terminaría independizando. La primera opción me tentaba más, solo por el hecho de que estaba bastante seguro de que mi madre no me permitiría llevarme a Louie conmigo, como siempre lo planeé en primer lugar. Vivir solo no era algo que llamara por completo mi atención. No porque Vic me hubiera hecha amena la experiencia de tener un compañero, sino porque no me imaginaba viviendo completamente solo, sin Wyatt o Louie, cuando desde siempre, mis planes futuros se cernían alrededor de ellos dos, aunque los planes con respecto a Wyatt hubieran cambiado un poquito. Solo un poquito.

Sí, no hacer planes sobre el futuro al inicio de mi cuarto año de universidad sonaba bastante bien.

Enumerar las razones por las cuales hubiera elegido quedarme en casa se hizo más y más sencillo cuando, al entrar a mi habitación, me encontré a Kenia acostada en mi cama con la cabeza colgando mientras Vic desempacaba.

Casi al instante, fui consciente de que me había perdido de algo.

-Podéis estar en la misma habitación y actuar con normalidad -Apunté, como si no fuera obvio.

-Felicidades, no necesitas gafas -Contestó Kenia, mientras que Vic alzaba la ceja.

- ¿Por qué no íbamos a poder? -Preguntó entonces, y no supe qué responder a eso.
Definitivamente me había perdido de algo.

-Tendréis que ponerme al día. -Pedí, y Kenia puso los ojos en blanco.

-Mael, cierra el pico.

Y lo cerré porque Kenia me miró como si la idea de lanzarme de la azotea le pareciera aburrida y entretenida a partes iguales, y Vic sonrió al desviar su mirada hacia ella, quien no lo notó porque seguía de cabeza mirándome a mí.

Eso explicaba mucho.

Pero a la vez, no explicaba absolutamente nada.

- ¿Sabes? He estado tan centrada en mis problemas y los deberes estos días que he olvidado completamente lo que debía preguntarte -Dijo Kenia, mientras caminábamos por el campus buscando un lugar donde echarnos a comer después de la quinta clase d...

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- ¿Sabes? He estado tan centrada en mis problemas y los deberes estos días que he olvidado completamente lo que debía preguntarte -Dijo Kenia, mientras caminábamos por el campus buscando un lugar donde echarnos a comer después de la quinta clase del día en la segunda semana de regreso a clases. Ningún estudiante de cuarto año, sin importar su carrera, se veía especialmente feliz en ese momento.

AsteriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora