10/3

41 7 6
                                    


No conozco ningún mito griego que hable de amistad.

Quizás lo haya, pero es probable que no haya pasado el suficiente tiempo estudiándolos como para toparme con uno de esos. Por eso, decidí transformar uno. Recuerdo habérselo contado a Wyatt esa noche, le dije: "¿Qué hubiera pasado si Ícaro y su primo no hubieran sido solo primos, sino también mejores amigos?"

Ícaro no pudo salvarle, y eso es lo que más lamentaba, porque él era su ancla y le había fallado. En mi cuento, cuando Ícaro cayó al mar, las sutiles manos de su primo lo sujetaron, para que no pasara por lo que él pasó. Y cuando Ícaro fue depositado en la superficie del agua con suavidad, miró al cielo y empezó a llorar, como si supiera que su mejor amigo le estaba cuidando, a pesar de que él mismo no pudo salvarlo.

- ¿Qué nos garantiza que no fue así? -Fue lo primero que me dijo -Los mitos han pasado por tantas bocas y versiones que en realidad nadie sabe lo que pudo haber ocurrido.

-O si ocurrió -Fue lo que dije yo.

Me abstuve de volver a tocar el tema de Katherine, porque Wyatt no me pidió que lo hiciera. No estaba seguro de qué significaba eso, pero si hubo algo que aprendí de esa situación, fue lo fácil que es perder a las personas que te importan por el más mínimo error.

No existe tal cosa como "tener seguro a alguien", nada te garantiza que se van a quedar ahí. Recordaba ser consciente de esa lección cuando conocí a Wyatt, pero con el tiempo, mis sentidos la habían difuminado. Wyatt Schretown no me pertenecía, y eso era lo correcto, porque él no le pertenecía a absolutamente nadie. Era una persona maravillosa e independiente que no dependía ni de mí, ni de sus padres, ni de su hermana, para tomar las decisiones que considerara mejor para él.

Si alguien como él me había elegido a mí como su mejor amigo, mi trabajo era cuidar esa posición, sin importar qué.

-Confío en ti, ¿Sabes? -Dije, y él me volteó a ver.

La última vez que nos sentamos juntos en el borde de la piscina, Wyatt me llegaba por el hombro, y tenía que mirar hacia arriba para hablar conmigo.

Ya no era de esa manera, pero...

- ¿Lo haces?

-Te confiaría mi vida en el apocalipsis -Dije, y él puso los ojos en blanco -En serio, tendrías que cuidarme las espaldas. Tú eres el deportista que está en forma, los astrónomos jamás salimos de la habitación.

Wyatt bufó.

-Tendría que matarte y dejarte de carnada en medio de la autopista. De otro modo serías un peso muerto.

Pero Wyatt seguía siendo Wyatt.

-Confío tanto en ti que entendería tus razones para hacer eso -Wyatt me miró, entrecerrando los ojos.

-Eres un lamebotas, ¿Te lo han dicho?

-Si crees que esto es ser lamebotas es porque no has conocido a Vic -Mi mejor amigo alzó una ceja, en espera de una explicación -Una vez se subió en la mesa de un profesor y le dijo: "¿A dónde me llevarás este fin de semana, daddy?"

Dejó escapar una carcajada en cuanto terminé de hablar.

-Por favor, por favor, dime que estás bromeando -Yo también reí.

-Lo hizo en preparatoria, lo suspendieron por dos semanas. -Dije, mientras recordaba que a Kenia se le había salido el helado por la nariz cuando escuchó la historia -Lo hizo porque creyó que, con eso, el profesor le daría un diez.

- ¿Quién en su sano juicio hace algo así? -Me contuve de decirle sobre la vez que Vic había hecho un espectáculo striptease sobre una mesa en una fiesta.

AsteriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora