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Un autobús de dos pisos salió del hotel a las siete de la mañana para darnos un recorrido por toda la ciudad. Marlon y Matt Mattie nos habían organizado por corredores, por lo que me tocó con mis compañeros de habitación y con las chicas de la habitación de en frente.

Para la mitad del viaje, rubia número uno, rubia número dos y la chica de la mecha, se habían convertido en Kenia, Carrie y Samantha; mientras que los chicos, que tenían cara de haber vomitado hasta su primera mamila, seguían siendo totales desconocidos para mí. Por alguna razón, las chicas siempre suelen llevarse mejor con el chico más apartado, y pocas veces en mi vida he visto una excepción de esa regla.

Una vez distribuidos, Marlon nos dejó claro que nos encontraríamos a mediodía en un café, donde el autobús nos recogería; según él, si todos teníamos mapas y estábamos acompañados, nadie podía perderse.

Menuda manera de cuidar de adolescentes hormonales.

Carrie y Samantha estaban fotografiando absolutamente todo, desde los patos de un estanque hasta una huella de neumáticos en medio de la calle. Estaba distraído cuando escuché un click a mi lado, y al voltearme, pude ver a Kenia con una cámara, apuntándome y sonriendo.

-La tengo –Alcé la ceja, incitándola a que se explicara - ¡La foto! Es perfecta, fue desprevenida, tenías cara de crisis existencial, mirabas a la nada, estabas en medio de la calle y el fondo quedó borroso. ¡Mírala!

No había entendido ni la mitad de las cosas que había dicho, pero, aun así, me asomé a ver la famosa foto, sorprendiéndome a mí mismo con el resultado.

-Se te dan bien estas cosas –Dije, reconociendo que tenía talento - ¿Piensas estudiar fotografía? –Kenia río nerviosamente.

-Que va, es solo un hobby –Respondió, enfocando una niña que pasaba junto a nosotros, saltando en unas casillas que estaban dibujadas en la acera –Es como cantar en la ducha, pero con técnicas mejoradas.

-No se toman cursos para cantar en la ducha –Recalqué, fijándome en su manejo de la cámara –Para ellas –Señalé a Carrie y Samantha, quienes iban unos pasos por delante –Sí que es un hobby, fotografían todo lo que ven, y tú me has seguido casi un kilómetro sin hacer ruido para tener esa foto.

Kenia se sonrojó hasta las orejas.

- ¿Lo has notado? –Dijo, volviendo a reír nerviosamente.

Hubiera sido difícil no darse cuenta de cuando alguien está pendiente de cada movimiento que haces.

-Deberías hacerlo profesionalmente –Dije en cambio –Algún día podrías tener tu propio estudio, y fotografiar paisajes en tu tiempo libre.

-No es como si estuviera pensando en el futuro ahora –Respondió, como si evitara el tema –Solo quiero pasar un buen tiempo en la preparatoria, y tener recuerdos de ello.

Dejé de insistir después de esa conversación.

Por algún motivo, los idiotas que nos seguían me hacían pensar en Crabbe y Goyle de Harry Potter. Necesitaban un idiota mayor que seguir, y me preguntaba si lo tendrían de vuelta en casa, sintiéndose en ese momento como un círculo incompleto.

O un triángulo, lo que sea.
                                                          

                                                           

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AsteriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora