6/2

53 9 24
                                    


El camino de regreso de alguna manera se hizo más corto. Marlon estuvo babeando en mi hombro todo el camino, y Matt Mattie sugirió que jugáramos a “veo veo”. Me juré internamente jamás enseñarle a Louie ese estúpido juego.

Cuando llegué a casa, mi mamá me recibió dormida en el sofá, mientras que Louie estaba sentado en su cochecito, viendo fijamente a la puerta como si supiera que alguien importante estaba a punto de llegar.

- ¡Mel! –Fue lo primero que oí al entrar, y mi madre se despertó de golpe con gesto desorientado.

Me abalancé sobre Louie casi de inmediato, sosteniéndolo en mis brazos como si no lo hubiese visto en años, y sonriendo como a menudo no lo hacía.

- ¿Te has portado bien? ¿Me has echado de menos? –Dije, mientras le hacía cosquillas en la panza y él intentaba agarrarme el cabello –Yo te he echado muchísimo de menos.

Mi madre carraspeó a mi lado.

-Ha llorado…toda la tarde –En su rostro, parecía que la que había llorado era ella –No sabía cómo calmarle, he intentado todo, al final se ha calmado viendo álbumes de fotos. –Vi varias fotos en la mesa del té, pero les quité importancia.

- ¿Dónde ha dormido estos días? –Pregunté.

-En tu habitación –La miré con reproche –He dormido ahí con él, Mael, no le he dejado solo. –Abracé a Louie contra mi pecho.

-Es la primera vez que te quedas sola con él –Dije, recogiendo mi mochila del suelo con mi brazo libre –No puedes culparme.

-Es mi hijo, Mael –Me volteé hacia ella –Y tú también. Os llevé nueve meses en mi vientre, y me quedé sola contigo muchísimas veces en tus primeros años de vida. Que no haya podido cuidar de Louie no significa que no sepa cómo hacerlo –Largué una carcajada irónica.

- ¿Que no hayas podido? ¡Por dios! ¡Te desentendiste de mí a los doce años y no te has preocupado por Louie una sola vez en tu vida! ¿Qué te ha impedido ser una madre, eh? Tienes brazos, tienes piernas, tienes boca para contarle cuentos, tienes todo, y no lo has usado ni una sola vez –Estallé, como pensé que jamás lo haría.

-Mael...

-No, ahora me vas a oír –Miré hacia Louie, y me aseguré de bajar la voz –Entiendo que crees que tu vida es un asco, entiendo que tus peleas con mi padre te afectan o lo que sea, pero no entiendo cómo es que te llamas madre cuando has dejado que tus problemas hagan mi vida y la de Louie un infierno. ¿Por qué crees que tu hijo de dos años jamás te ha llamado mamá? –Supe por su mirada que mis palabras la habían herido –Sé que eres una buena madre, o al menos lo eras, porque antes, incluso si peleabas con mi padre, me arropabas todas las noches y me decías que todo iba a estar bien. Pero si ibas a convertirte en esto, debiste pensarlo mejor antes de tener otro hijo.

No me quedé para escuchar su respuesta.

Mi habitación estaba justo como la había dejado, y me alegré de que no hubiera tomado la decisión de tocar algo que no debía. Cuando dejé a Louie en su cuna, una frase cruzó mi mente.

“No puedes pasar la vida en guerra con las personas que amas. No funciona de esa forma, y no vas a ser más feliz así”

Quizás Matt Mattie tenía su poco de razón, pero yo estaba bastante seguro de que yo también tenía la mía. No importa cuánto ames a alguien, a veces, perdonar se vuelve imposible, y hay que aprender a lidiar con una persona importante que debería dejar de serlo.                                                      

                                                      

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
AsteriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora