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En el cumpleaños número tres de Louie, mi madre compró un pastel y mi padre trabajó. El cumpleañero estaba haciendo una escultura con su comida sin prestarle atención al mundo, como cualquier día normal, y mientras eso pasaba, alguien tocó la puerta.

-Oh, los invitados deben estar aquí –Dijo mi madre.

- ¿Los qué deben estar dónde? –Pregunté, alzando una ceja, mientras mi madre se acercaba a la puerta.

-Ya verás –Dijo, sonriendo. Acto seguido, la puerta se abrió - ¡Oh, Dalia! Me alegra mucho tenerles aquí. ¡Y la pequeña Delilah! Cada día está más grande…

Puse los ojos en blanco en cuanto escuché dichos nombres, mientras que Louie seguía ajeno a que nuestra peor pesadilla se acababa de colar por nuestra puerta.

Dalia Elizabeth no-sé-qué me saludó con un beso en la mejilla, mientras me agradecía una vez más por haber llevado a Delilah a casa aquella vez, mientras que la niña no me podía sostener la mirada. Eso me extrañó, pues usualmente ella era un verdadero dolor de trasero.

A los pocos minutos, tocaron la puerta otra vez, lo cual me hizo fruncir el ceño.

- ¿Esperamos a alguien más? –Pregunté a mi madre, que se ponía de pie, sonriente.

-Solo un invitado más –Dijo, acercándose a la puerta –Wyatt, querido, es un gusto tenerte aquí –Me puse de pie casi de golpe, acercándome a la puerta con la seguridad de que, probablemente, había escuchado mal.

- ¿Qué…? –Efectivamente, Wyatt estaba al otro lado de la puerta, viendo a mi madre con un deje de nerviosismo en su expresión, y sosteniendo un regalo en sus manos - ¿Cómo…? –Pregunté, viendo a mi madre, y ella sonrió.

-Nos hemos topado en la entrada hace un par de noches, y me contó que sois amigos…supuse que querrías verlo aquí –El corazón me empezó a latir con más rapidez de lo normal, y una parte de mí no comprendía del todo que mi madre se hubiera tomado la molestia de invitar a Wyatt al cumpleaños de Louie para hacerme sentir cómodo a mí.

-Entra, cariño –Dijo entonces, haciendo pasar a Wyatt, cuya lengua se la había comido un gato –Puedes darle el regalo a Mael si quieres. –Wyatt asintió.

Cuando mi madre desapareció, Wyatt me mostró su regalo para Louie, que constaba de arcilla para moldear y un huevito de chocolate. Sonreí, y le dije que estaba seguro de que sería su regalo favorito.

Sorpresivamente, fue el mejor cumpleaños que había vivido en mucho tiempo, incluso si no era el mío.
                                                   

Cuando el mes de mi cumpleaños llegó, le advertí a Marlon que se centrara del todo en las tutorías, nada de felicitaciones o regalos, pues él era el único que realmente recordaba esa fecha, y a mí me apetecía que así se mantuvieran las cosas

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Cuando el mes de mi cumpleaños llegó, le advertí a Marlon que se centrara del todo en las tutorías, nada de felicitaciones o regalos, pues él era el único que realmente recordaba esa fecha, y a mí me apetecía que así se mantuvieran las cosas.

AsteriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora