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Cuando mi momento patético llegó a su punto medio, salí de la habitación a degustar la cena que, con tanto esfuerzo, mi madre había preparado para nosotros. La besé en la mejilla, y le dije que estaríamos bien. Que llevábamos muchísimo tiempo siendo tres, y éramos más que suficientes para que nuestra familia estuviera completa. Después, miré a mis espaldas al chico que enseñaba a mi hermano a poner la mesa, y me corregí, porque éramos una familia de cuatro y ella también lo sabía.

Mientras cenábamos, y mi madre y Wyatt bromeaban sobre algo que yo no entendía, me pregunté qué pensaría ella si supiera sobre mis sentimientos por mi mejor amigo. Mi religiosa y bien portada madre, ¿Cómo reaccionaría si supiera que su primogénito llevaba meses en crisis porque descubrió que está desesperadamente enamorado de ese chico que ella ve como un tercer hijo?
Aparté el pensamiento de mi cabeza antes de que pudiera darle más vueltas. No necesitaba pensar en eso cuando la verdad es que ella no tenía razones para saberlo. Ni siquiera él lo sabría jamás. Quedaría como un secreto entre Kenia y yo, y algún día nos reiríamos de ello. Al menos, eso esperaba yo.

Era mucho más sencillo estar cerca de Wyatt cuando no era consciente de cuantas ganas tenía de tomarle la mano, o de acercarme un poco, solo un poco. Quizás de pasar mi mano por sus rizos, y dejarla ahí un buen rato. Enterrar mi nariz en su cuello, sentir su...

Bien, me estaba yendo del tema.

-Es linda -Las palabras de mi madre me sacaron de mi ensoñación, y fruncí el ceño al no entender a qué se referían.

-Es...normal -Wyatt se veía bastante incómodo. Su mirada estaba puesta en su comida, con la cual jugueteaba.

Parecía estar a punto de fundirse con la silla.

-Parece que le gustas -Mi madre sonrió, y un mal presentimiento me caló hasta los huesos cuando desvió su mirada hacia mí - ¿Has conocido a Mary Beth, cariño?

Yo miré a Wyatt, sin entender.

-Entrena en el centro -Explicó él -Me ha acompañado a casa hace unos días, y Andie...

-He tenido el placer de conocerla -Le interrumpió, sonriendo ampliamente -Es muy dulce, y muy bonita. ¡Y se nota que le gusta Wyatt! Ustedes dos os veríais muy bien juntos.

De repente, yo también quería fundirme con el respaldo de mi silla.

Mary Beth.

Probablemente era una chica muy hermosa, como mi madre la describía. El tipo de persona con la que Wyatt debería estar acostumbrado a codearse.

La chica que, hace unos años, le dije que llegaría a su vida y a la cual le debería dar su primer beso. Festejé internamente por haberme llevado ese logro, pero, tristemente para mí, no tendría un segundo beso. O un tercero, o un cuarto...

Los siguientes besos que Wyatt Schretown diera no me pertenecerían a mí. Incluso si no había sido el estúpido chico de las sonrisas, o Mary Beth, sería alguien más.

Ser consciente de eso por primera vez, fue como beber ácido por voluntad propia.

¿Dónde demonios me había metido, y en nombre de Zeus, por qué me empeñaba en permanecer ahí?

¿Dónde demonios me había metido, y en nombre de Zeus, por qué me empeñaba en permanecer ahí?

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