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En la casa donde crecí, solía haber una especie de rutina de año nuevo. Por alguna razón, ese día mi madre despertaba más emocionada que de costumbre. Cantaba mientras hacía el desayuno, le daba el beso de buena suerte a mi padre antes de ir al trabajo, y mantenía a Louie en sus brazos todo el día mientras cocinaba la cena.

Usualmente, yo no tenía planes los 31 de diciembre, por lo mismo, me era fácil esperar detrás de mi madre como si de un perrito faldero se tratase, para que me devolviera a Louie cuando se cansase de llevarle de un lado para el otro. Sin embargo, ese día me topé con una situación diferente.

- ¿Qué dices? Sal a pasar el día con tus amigos, yo puedo cuidar de él hasta que llegue la hora de su siesta -Fruncí el ceño, mientras Louie me observaba desde los brazos de nuestra madre, como si no estuviera acostumbrado a ese lugar, a ese abrazo, a esa mujer sonriente.

Bueno, realmente no lo estaba.

-Quiero llevármelo -Insistí -Siempre lo hago de todas maneras. Además, ¿No estás ocupada con la cena?

-No digas bobadas, puedo hacerme cargo de tu hermano. Vete ya, tus amigos van a impacientarse -Casi largo una carcajada irónica ante su uso del plural en la palabra "amigos".

Sin embargo, aún me rehusaba a dejar a Louie solo con mi madre. Jamás había hecho algo así, y había muchos contras en la lista. ¿Qué ocurriría si mi padre regresaba temprano? ¿Y si peleaban? ¿Y si Louie tenía que ir al baño y a mi madre se le pasaba?

¿Y si la bondad de año nuevo se transformaba en un día corriente?

-Cancelaré mis planes -Salí de la cocina antes de poder entender qué había dicho mi madre. Sonó parecido a un regaño, pero vaya dios a saber.

Me dejé caer en el sofá con el teléfono del salón en la mano, pensando en qué debería decirle a Wyatt cuando levantase el teléfono.

A los dos toques, la llamada fue respondida.

-Residencia Schretown, ¿En qué puedo ayudarle?

Dudé en que responder exactamente.

-Buenos días, ¿Se encuentra Wyatt en casa? -Claro que se encontraba, el nunca salía.

-Sí, deme un momento -Escuché algo parecido a "peque, es para ti" y me aguanté las ganas de reír.

- ¿Diga? -La voz dudosa de mi nuevo amigo sonó a través del altavoz.

-Hola peque, ¿Qué tal lo llevas? -Estallé en carcajadas al escuchar el bufido de Wyatt a través de la línea.

-Serás idiota -De fondo, escuché al ama de llaves regañarlo por el lenguaje, y puse los ojos en blanco por lo quejica que podía ser la gente esos días. - ¿Paso por ti o nos vemos frente a tu casa? -Preguntó, recordándome la razón por la que llamé.

-Oh, sí, de eso quería hablarte. No podré ir hoy -La línea quedó en silencio por unos segundos, así que decidí continuar -Tengo que ayudar a mi madre con Louie.

- ¿No puedes solo traer a Louie? -Preguntó, algo más desanimado.

-Hoy no. Ya sabes...año nuevo y esas cosas. Se ha empeñado en que estemos todos en familia -Era una mentira casi tan grande como mis ganas de robarme a mi hermano y salir corriendo. Pero no es como si fuera a aburrir a Wyatt con mis dramas familiares.

- ¿No puedes salir, aunque sea cinco minutos? -Insistió, haciendo que se me encogiera un poco el corazón.

-Lo siento, pequeño. -Se me revolvió el estómago al imaginarme su carita de decepcionado.

-No, está bien. No era tan importante -Dijo, y segundos después, colgó.

Yo me quedé junto al teléfono dos minutos completos, esperando a que el sabor amargo que me había dejado la conversación abandonara mi boca. Pero, en toda la tarde, no lo hizo.

AsteriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora