12/3

67 8 9
                                    


-Quítamelo de encima -Fue lo primero que escuché decir a Kenia cuando contesté la llamada -Por favor, llévatelo. Me va a volver loca.

No entendí absolutamente nada hasta que escuché un chillido de fondo, parecido a "nos quedamos sin Doritos".

-Kenia, ¿Qué hace Vic en tu casa? -Wyatt apartó la mirada de su helado al escucharme mencionar dichos nombres, como si de repente todo se hubiera vuelto interesante.

-Le han echado de la suya -De fondo, escuché a Vic refunfuñar algo parecido a "no me han echado, me han pedido que me marche educadamente" -Sí, bueno, eso. Y resulta que olvidaste darle tu dirección.

Sí, eso no fue un accidente.

- ¿Por qué le diste la tuya? -Pregunté, frunciendo el ceño.

- ¡¿Cómo iba a saber que iba a aparecerse en mi casa a las seis de la mañana?!

Kenia sonaba como si fuera a perder la razón en cualquier momento. Y no podía culparla, vivir con Vic era un auténtico desafío. Ella solo lo había soportado esa mañana, pero yo había vivido con él por diez meses.

-Relájate, tía. No es como si pensara acampar en tu jardín -Dijo Vic, ahora más cerca del teléfono.

- ¿Cómo llegó a Minnesota siquiera? Son unas... -Wyatt sacó su celular, haciéndome señas de que esperara. Segundos después, me mostró la pantalla -18 horas con 27 minutos en auto.

Kenia bufó.

- ¿A mí me vas a preguntar? Sácalo de aquí, Mael, no puedo vivir con Vic. ¿Entiendes? No puedo, me asfixio, voy a matarlo antes de que acabe el día, me volveré loca, voy a...

-Vale, vale, corta el rollo -Dejé ir un suspiro -Envíame tu dirección, estaré ahí lo más pronto posible.

Kenia me lloró en el teléfono antes de colgarle.

- ¿Problemas en el paraíso? -Preguntó Wyatt, mientras le daba una cucharada de helado a Louie como si fuera un avioncito.

-Parece que conocerás a Kenia y Vic, después de todo -Wyatt iba a responder algo, pero entonces una voz proveniente de la puerta lo interrumpió.

- ¡Oh! Wyatt -Un chico pelinegro se acercó a nosotros, haciendo que mi amigo volteara a verlo -No esperé encontrarte aquí.

Por aquel entonces, le apodé míster sonrisas. El chico era un poco más bajo que Wyatt, estaba levemente bronceado, y sonreía como si tuviera dos ganchos a cada lado de la boca.

-Keith, pensaba que estarías practicando hoy -Dijo Wyatt, limpiándole la boquita a Louie, que se había manchado de helado.

-Estaba, pero pasé a pedir unos helados para el equipo femenino. Sabes que Lizzie se pone fiera cuando tiene hambre -Wyatt dejó ir una risilla.

-Sí, hay que tenerle miedo. Recuerda practicar tus clavados -Dijo Wyatt, señalándole con el dedo.

-Señor, sí, señor -El chico sonrió, otra vez, y salió pitando después de hacer una pose militar.

-Tu amigo es extremadamente educado -Dije, llevando una cucharada de helado a mi boca. Me cayó en un diente, por lo que maldije internamente.

- ¿Mhm? -Intentó preguntar, pues tenía helado en la boca.

-Ha llegado y se ha ido, y aunque vio que estabas acompañado, ni siquiera se ha dignado a saludar -Wyatt alzó una ceja, acto seguido, tragó con una mueca.

-Solo es despistado, no te lo tomes personal -Louie hizo un ruidito, por lo que toda la atención de Wyatt fue a parar a él.

Estaba acostumbrado a que Wyatt quisiera más a mi hermano que a mí, pero en ese momento, necesitaba su atención.

AsteriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora