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No había perros o humanos a la vista, por lo que solo caminé hacia el garaje semi agachado, rezando a esos dioses en los que no creía para que nadie me viera.

La compuerta abriéndose a medio metro no hizo mucho estruendo, para mi buena suerte, y cuando entré, me di mi golpe de rutina en la rodilla. Terminaría perdiendo la sensibilidad en la misma.

No me sorprendió toparme con un coche diferente al entrar, al parecer, el padre de Wyatt ya tenía una nueva manera de matar su tiempo libre. Atravesé la cortina, y me acerqué a esa puerta que parecía una pared, rezando de corazón que los ruidos de afuera pudieran oírse en el interior.
Di un par de toques, sin recibir ninguna respuesta. Largué un suspiro y me arriesgué.

-Wyatt, soy yo, Mael –Dije, esperando que él pudiera oírme, y que sus padres estuviesen lo suficientemente lejos para no percatarse de que había un desconocido en su garaje –Sé que no quieres saber de mí, pero estoy preocupado por ti.

Nada.

-Venga, ¿Acaso quieres que tu padre me pille in fraganti aquí fuera? –Volví a tocar –Haré todo el ruido que sea necesario, ¿Lo pillas? Porque lo haré. 

No hubo reacción.

-Eh… -Me aclaré la garganta, preparado para hacer el ridículo –Ejem… drop me with those green eyes, baby, as the lights go down, shalalala, ehhh... algo around, cause I see, sparks fly, whenever youuuuuuu –Mi canturreo sin sentido se detuvo de golpe cuando la puerta se abrió.

- ¿Te han dicho alguna vez que cantas espantoso? –Y ahí estaba mi mejor amigo, con esa expresión neutral que le caracterizaba.

La familiaridad de la situación casi me hizo sonreír.

-No sabes apreciar el talento –Dije - ¿Me dejas pasar antes de que tu padre nos descubra a ambos?

Wyatt asintió, moviéndose para dejarme pasar.

Cuando la puerta se cerró a mis espaldas, no me contuve, y le alboroté el cabello como no lo había hecho en un mes.

-Tú y yo necesitamos tener una conversación –Le dije, y él volvió a asentir.

Tomamos nuestro asiento habitual, metiendo los pies en el agua, e iniciamos un voto de silencio. Uno que Wyatt decidió romper unos segundos después.

-Fui a esa fiesta de pijamas –Dijo, observándome.

-Lo sé –El alzó la ceja, pero no le di tiempo de preguntar –Y… ¿Qué tal? –Hizo una mueca.

-Fue…rara –Confesó –Todos los chicos se conocían y eran amigos. Hablaban de chicas y de videojuegos. Calificaban quién era la más maja del salón y tres de ellos pelearon por quién compartiría colchón inflable conmigo –Solté una risilla por la mueca incrédula en su rostro –Y…hacían estos juegos sobre a cuál chica besarías, a cuál matarías y con cuál te casarías.

- ¿Qué tal te fue con eso? –Dije, sin disimular mi sonrisa.

-No pude responder, no conocía el nombre de la mitad. ¿Cómo iba a besar a alguna? –Wyatt sabía muy poco de la vida.

- ¿Hiciste algún amigo? –Me contuve de preguntar sobre ese tal Andrew con el que le vi. Sería muy obvio que le estaba espiando. Tendría que pensármelo mejor la próxima vez que quisiera llamar a Wyatt “pequeño acosador”.

-El anfitrión aun me llama…no debe estar contento con que le haya ignorado tanto tiempo –Yo tampoco estaba muy contento con respecto a su repentina decisión de ignorar.

-Lo siento –Dijimos al mismo tiempo, mirándonos algo sorprendidos –Tú primero –Me incitó, por lo que hablé, aunque no tenía una disculpa preparada precisamente.

AsteriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora