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Cuando estaba creciendo, me dije muchas veces que me hubiera gustado tener una hermana mayor a la que fastidiar. Por aquel entonces, mis padres eran medianamente menos terribles de lo que fueron después, sin embargo, por alguna razón, supuse que les hubiera resultado agradable tener una hija tranquila sobre un adolescente al que le iban los rollos asociales.

Sin embargo, conocer a Kenia me hizo regresar a ese entonces y arrepentirme un noventa y nueve coma nueve por ciento de ese deseo estúpido.

- ¡Venga ya! Crecisteis juntos, debe haber un momento en específico en el que te hayas sentido diferente -Dijo, mientras me perseguía por el corredor de la universidad.

-Llego tarde a clase -Me detuve en mi casillero para guardar los libros de la clase anterior.

-No me cambies el tema -Dijo ella, señalándome con el dedo.

-Deja de acosarme -Le devolví el señalamiento -Ya es bastante estresante el hecho de que no he podido hablarle en una semana porque no sé cómo manejarlo, sin que tú me persigas para que te cuente mi vida.

Kenia bufó.

-No es mi culpa que seas un cobarde de primera categoría -Cuando me volteé para ir a clase, ella me agarró por el brazo -Tienes diez minutos libres, desembucha.

- ¿Por qué narices te sabes mi horario? ¿No deberías estar en clase tú también? -Alcé una ceja, acusatoriamente.

-Qué va, estoy enferma con viruela de dragón -Respondió, y entonces negó con la cabeza -A ver, que si me preguntan estoy enferma, pero con gripe, estoy delirando enormemente.

Negué, dándome por vencido a la cantidad de veces que me preguntaba por qué era amigo de personas como ella y Vic.

- ¿Qué quieres saber? -Dije entonces, y ella dio un brinquito emocionada -Habla rápido porque realmente tengo que ir a clases.

-Bien, veamos... -Se lo pensó, y entonces, dio un brinco mientras aplaudía -Ya lo tengo.

-Eso ha sido rápido.

-Algunos cantan, otros bailan, yo...funciono bajo presión, aparentemente -Y entonces, me miró, dándome un golpe -No intentes distraerme. Voy a preguntar de todas maneras. Bien...si tuvieras que elegir uno, y solo uno, ¿Cuál ha sido tu mejor experiencia con Wyatt? -Puse los ojos en blanco.

-Kenia, es una vida entera.

-Son cuatro años, no exageres -Era raro, porque en mi cabeza, cuatro años con Wyatt representaban casi toda mi vida. O al menos, la parte de mi vida que más presente tenía. -Vamos, al menos inténtalo.

Por mi cabeza pasaron miles de momentos, a los cuales, de hecho, esperaba aferrarme por bastante tiempo. Wyatt regalándome mi birrete de graduación, Wyatt sonriendo mientras veía a través de mi telescopio, Wyatt abrazándome cuando fui aceptado en Cambridge, y en ciertas ocasiones, Wyatt y yo teniendo un día completamente normal, hablando de la vida con los pies mojados.

Viéndolo de esa manera, casi parecía que no solo yo le vi crecer a él, sino que él también me vio crecer a mí. Y si lo pensaba mucho, no sonaba tan morboso como lo había hecho en mi cabeza en medio de mis crisis. De hecho, casi tenía sentido que me sintiera de esa manera por él. Por la persona que siempre, de algún modo, supo ver (y sacar a flote) una mejor versión de mí.

- ¿Alguno bueno? -Dijo ella, que no había dejado pasar el cambio en mi expresión.

-Lo que te dije -Respondí, con los ojos de Wyatt en mi cabeza, y esa sonrisa que muy pocas personas habían tenido la grandísima suerte de apreciar -Una vida entera.

AsteriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora