Capítulo 1. Sofi.

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Siempre he dicho que septiembre es más comienzo de año que enero, y no podía ser de otra forma este año. Pero era más heavy.

Acabé el grado de marketing en junio, y antes de que me diera tiempo a buscar nada con lo que seguir, me llegó una oferta de trabajo de la empresa más grande de Barcelona. Englobaba marketing, agentes de comunicación, de representación, de redes sociales, de todo.

Cuando recibí la llamada se me paró el corazón. Ni siquiera me lo podía creer. Envié mi currículum hacía meses, y después de unos cuantos por fin recibí respuesta.

A pesar de que me dijeron que era bastante bueno, tenían que hacerme varias pruebas y entrevistas para ver mi nivel y habilidades.

Para ello me mudé a Barcelona, dejando atrás mi pueblo y yéndome a vivir sola. Fue algo que me costó un poco, pero mis amigas y mis padres me apoyaban desde la distancia, lo que lo hizo un poco más llevadero.

Durante esos meses me centré en trabajos y más trabajos. Quería que vieran que sabía lo que hacía, que controlaba el gremio y que era diferente a los demás, que tenía algo que ofrecer.

Tenía la entrevista el primer viernes de septiembre, y yo no podía morirme más de los nervios. Hice videollamada con mis amigas para ver qué me ponía, y qué era más adecuado.

-Tía, ponte una camisa, eso siempre va bien -ideó María.

Yo asentí quitándome una blusa que me acababa de poner.

Cogí una camisa blanca, y mentiría si dijera que no me costó como cinco minutos abrochar los botones. Me temblaban las manos muchísimo, y no atinaba con ninguno, cosa que solo hacía que mis nervios aumentaran.

-Venga, intenta relajarte un poco -pidió Inés al ver mis complicaciones.

-Creo que me voy a morir -murmuré dirigiendo la vista hacia el móvil que tenía en el escritorio.

-Estará todo bien, Sofi, te has preparado mucho -trató de tranquilizarme Andrea.

Tomé aire y tragué grueso. Sabía que me había esforzado mucho, pero no creía que valiera solo con eso.

-Vale, pantalones -dije girándome hacia el armario.

-¿Vaqueros? -preguntó Sonia.

-No, tía, vaqueros no -negó Inés.

Yo busqué sobre las baldas algo que me sirviera.

-¿Qué tal estos? -me giré hacia ellas.

Eran unos pantalones rosas chillones, cortos y como de seda.

-¡Genial! -dio una palmada María.

Las demás coincidieron así que me aparté de la cámara para ponérmelos, y aproveché para calzarme también, con unas sandalias de esparto.

-Vale, ya estoy -dije podicionándome de nuevo enfrente.

-Estás genial, tía -sonrió Inés.

-Si yo fuera ellos, solo por lo guapa que vas, ya te contrataría -intentó bromear Sonia.

Sonreí tratando de quitarme un poco los nervios y me despedí de ellas.

-Respira hondo, y recuerda que eres la mejor -sonrió Andrea.

-Eso es, si contratan a otra, ellos se lo pierden -coincidió María.

-Gracias, chicas, luego os llamo -murmuré contenta.

Colgué, y volví a dar varias vueltas frente al espejo, asegurándome de que todo estuviera en orden con mi maquillaje y mi pelo. Después de comprobarlo, salí hacia la empresa, que quedaba a apenas 10 minutos de mi casa, así que decidí ir andando.

El destino, supongo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora