Capítulo 22. Claro, Gavi.

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Intenté tranquilizarme un poco antes de entrar, pero sentía que todo daba vueltas a mi alrededor.

No sabía cómo iba a arreglar eso, ni sabía por dónde empezar a hacerlo. Busqué la revista en internet y miré de quién se trataba, quién era el director y de dónde era, intentando recopilar toda la información posible.

Busqué también a la fotógrafa para tener sus dados y envié un e-mail a Springifield pidiendo que me facilitaran el número del director de la marca, porque ella no iba a quedar impune.

Entré a WhatsApp y envié un mensaje a Alejandro, un amigo cercano que era abogado y al que le pedí ayuda para saber qué podía hacer.

Era bastante tarde, y no esperaba que me contestara, sin embargo, vi que pronto lo leía.

Entonces se abrió la puerta de la habitación de Gavi, mientras su madre y Pedri se despedían de él.

-No sé qué es lo que os lleváis entre manos, pero ha dicho que prefería que te quedaras tú con él -entrecerró los ojos el canario acercándose hacia mí.

Tragué grueso por todo lo que estaba pasando e intenté sonreír.

-Yo tampoco lo entiendo -sonrió Belén-. Pero me alegro, a ti parece que te hace más caso -alzó un poco las cejas.

-No te creas -intenté bromear.

-Gracias por cuidarlo -dijo entonces amable y se acercó a darme dos besos.

-No es nada -aseguré correspondiendo.

-Llámame si necesitas cualquier cosa -la imitó Pedri.

Asentí y me despedí de ellos, mientras jugaba con el móvil en mis manos deseando leer ya lo que me había dicho Alejandro.

Pero entonces me di cuenta de que Gavi estaba solo dentro, así que lo guardé, tomé aire de nuevo y entré a la habitación.

-¿Dónde estabas? -frunció el ceño al verme.

-Marta me ha llamado para ver cómo estabas -mentí intentando aparentar normalidad.

-Ah -asintió sin darle mayor importancia.

Recorrí la habitación con la mirada y me fui acercando a la camilla del futbolista.

-¿Seguro que no pasa nada más? -preguntó mientras me sentaba.

-No, no -traté de sonar convincente-. Solo es por el susto -se me ocurrió.

Dirigí la mirada hacia él, intentando sonreír un poco, a lo que me miró con pena.

-Siento haberte preocupado -murmuró.

-No digas eso, no pasa nada -negué con la cabeza-. Lo importante es que estés bien.

Asintió no muy convencido y yo me acerqué un poco más.

-Igual deberías dormir un poco, te vendrá bien y te encontrarás mejor -aconsejé.

Era verdad, pero también quería que se durmiera para así poder arreglar cuanto antes lo de la revista.

-Quiero verte un rato más -dijo con un hilo de voz.

Sonreí ante su respuesta y traté de no llorar. Estaba con los sentimientos a flor de piel, y con una angustia en el cuerpo que no podía más. Pero no quería que lo notara.

Tragué grueso y me quité las zapatillas para poder tumbarme un poco a su lado.

Me giré hacia él y dejé un beso suave sobre sus labios, con mucho cuidado y cariño.

El destino, supongo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora