-¿Qué tal los entrenamientos? -me interesé mientras Gavi se levantaba a traerme una botella de agua.
-Bien, bueno -se encogió de hombros-. Siempre es raro volver a jugar con la selección después de estar cada uno con su equipo -explicó.
Cogí la botella que me ofrecía y la fui a abrir.
-¿Te ayudo? -preguntó al ver que no podía hacerlo.
Lo seguí intentando sin contestar, pero empezaban más a hacerme daño los dedos que la botella a abrirse.
-Sof -me miró Gavi.
Suspiré y se la tendí para que la abriera él mientras se sentaba de nuevo a mi lado.
Odiaba sentirme inútil y no poder hacer nada.
-Gracias -murmuré una vez me la devolvió sin tape.
Di un trago y la dejé en la mesita de al lado.
-¿Has hablado con Pedri? -lo miré un poco preocupada.
-Mhm -contestó tranquilo-. Está bien, no te preocupes -sonrió levemente.
Asentí, aunque no estaba muy convencida.
Miré hacia otro lado, tratando de no formular la siguiente pregunta que rondaba por mi cabeza, pero en cuanto Gavi cogió una de mis manos para acariciarla, no pude contenerme.
-¿Has encontrado representante? -pregunté casi con un hilo de voz y volví a mirarlo.
Negó con la cabeza sin decir nada y yo asentí como con desinterés.
Por un lado me alegró, pero por otro sabía que no debía hacerlo.
-Para ser que no querías hablar, me estás preguntando muchas cosas -sonrió el futbolista.
Yo me encogí de hombros.
-Estar en silencio es peor -le quité importancia.
-¿Por? -frunció el ceño.
No contesté porque no quería mentirle, pero tampoco quería decirle que si estaba en silencio mis pensamientos se basaban en aguantarme las ganas que tenía de decirle lo mucho que le había echado de menos.
Sin embargo, no funcionó, porque ya sabía cómo ponerme nerviosa.
-¿Me has echado de menos? -preguntó con dulzura.
Apreté la mandíbula mirándolo.
-¿Quieres que te diga que sí o que no? -alcé un poco las cejas.
-Quiero que me digas la verdad -pidió hundiendo sus ojos en los míos.
Asentí y tomé aire.
-Te he echado de menos más de lo que me hubiera gustado -dije insegura.
Sonrió de una forma muy efímera, y se acercó un poco a mí.
-¿No vas a preguntarme si te he echado de menos? -alzó un poco las cejas.
-Ya vi tu historia -argumenté.
Frunció el ceño.
-A lo mejor no era para ti -dijo irónico.
Yo rodé los ojos.
-Que nos hayamos echado de menos no significa nada -murmuré intentando creérme lo que acababa de decir.
-Yo creo que sí significa -rebatió el sevillano.
-¿Qué significa? -alcé las cejas.
-Que todavía nos queremos -contestó un poco inquieto.
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El destino, supongo.
Fiksi PenggemarSofía es una chica de lo más normal, que vive en Sant Cugat, Barcelona. A sus 20 años, le han ofrecido el trabajo de sus sueños, en una importante empresa de la capital catalana. Ella se ve dispuesta ya a empezar una nueva vida, sin embargo, todo ca...