Capítulo 3. No importa.

20.6K 901 109
                                    

Los tres nos dirigimos hacia dentro, y en ese momento agradecí haberme puesto el vestido de satén, ya que así iba un poco integrada en el ambiente fiestero.

Nada más entrar había un recibidor enorme, y gente por todos lados.

Gavi nos dirigió hasta la cocina, y ahí los tres nos pusimos un refresco mientras analizábamos un poco a la gente.

-¿La veis en algún lado? -preguntó Pedri buscando a su novia con la mirada.

Nosotros negamos con la cabeza imitándolo.

-Voy a buscarla -informó después.

-¿Quieres que te acompañe? -ofrecí.

-No, tranquila -murmuró desanimado.

Asentí y me pasé la mano por la frente, mientras Gavi se movía un poco nervioso.

-Qué hija de puta... -balbuceó siguiendo a su amigo con la mirada.

Yo no sabía que Pedri tenía novia, y no había visto ninguna noticia sobre eso, por lo que me extrañé.

-¿Cuánto llevaban? -me interesé hacia el sevillano.

-Dos años -contestó girándose hacia mí.

-Joder -alcé un poco las cejas.

Él se encogió de hombros sin solución.

Entonces entraron por la puerta de la cocina los demás, y al divisarnos entre la gente se acercaron a nosotros.

Gavi les explicó lo que había pasado, y todos buscaron con la mirada a su amigo.

-Mira que le dije que no confiara en ella, si es que lo sabía -dijo Ansu irritado.

-Ya sabéis como es Pedri... -murmuró Ferrán.

-Una cosa es que seas bueno, y otra que seas tonto -rebatió Balde.

Yo asentí. Coincidía con él, porque yo era así, hasta que me harté.

Volví a mirar a mi alrededor, y vi que Pedri se dirigía hacia fuera de una terraza que había a la izquierda, así que fui hacia allí también.

-¿La has encontrado? -pregunté al llegar a su lado.

Él se limitó a asentir, y apoyó ambas manos en la barandilla intentando tranquilizarse.

-Me ha dicho que no es verdad, que ella no se ha liado con nadie -soltó con una risa irónica.

Yo me golpeé la frente con la mano.

-Es que soy gilipollas, joder -negó con la cabeza.

-No es culpa tuya -aseguré.

-No, sí lo es. Todos mis amigos me habían dicho lo que me esperaba, y aún así voy y lo intento -se echó la bronca a sí mismo.

-Pedri, que te pongan los cuernos no es culpa tuya. Tú confiabas en ella, y es ella la que te pierde a ti -insistí.

Él suspiró y miró hacia el cielo.

Me di la vuelta para apoyarme en la barandilla, mientras pensaba en qué podía decir o hacer para animarlo. Pero mis intenciones se vieron interrumpidas al encontrarme con la mirada intensa de Gavi, quién posó sus ojos sobre los míos desde la lejanía.

Podía observar a su alrededor a chicas, que lo miraban y que por poco se les caía la baba, sin embargo, él no parecía estar incómodo.

Con lo creído que es, debe estar en su salsa.

Aguanté la mirada, aunque he de decir que me intimidó bastante, así que finalmente la aparté con un poco de disimulo para que no le diera esa sensación, y volví a centrarme en Pedri.

El destino, supongo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora