-Dice Pedri que se ha dejado las llaves de casa y su hermano no está, que si nos importa que se duche en casa antes de que vayamos entrenar -me miró Gavi.
Mi padre lo miró confuso y yo igual, no sabía si era mentira o verdad.
-No, claro -me encogí de hombros.
Al futbolista le llegó un mensaje al móvil y lo leyó al instante.
-Que va para allí -informó.
Mi madre, justo llegó a la mesa también.
-Bueno, pues dile que ya vamos -me levanté obvia.
-¿Cómo que os vais? -frunció el ceño mi madre.
-Si quieres voy solo -ofreció Gavi.
-No, no -contesté sin darle importancia-. Además, creo que ya hemos aclarado un poco las cosas -miré a mi padre, el cual asintió tranquilo y dio un trago a la copa.
-Claro, id, hombre, no pasa nada -sonrió amable.
Asentí y cogí el bolso de la silla.
-Bueno, pues venid cuando queráis -se levantó mi madre.
-Gracias por la comida -sonrió Gavi correspondiendo.
Mi madre sonrió también y nos acompañó hasta la puerta.
-Nos vemos -se despidió mientras salíamos.
Yo me limité asentir y Gavi hizo lo mismo a mi lado. Fuimos directos al coche y una vez dentro solté un suspiro.
-Tampoco ha estado tan mal, ¿No? -me miró mientras arrancaba.
-No, no... -contesté sin mirarlo.
Se quedó observándome y me giré hacia él algo pensativa.
-¿Entonces por qué estás así? -frunció el ceño.
-Nada, es solo la situación -traté de disimular.
Asintió y comenzó a conducir mientras yo me ponía el cinturón.
De camino a casa lo único que hice fue pensar en lo que me había dicho mi padre. No sé cómo tenía semejantes huevos para amenazarme de esas formas, pero lo que sí sabía es que no iba a conseguir nada. Iba a hacer lo que hiciera falta con tal de que no se saliera con la suya.
Si por trabajar con Gavi se iba a volver loco, no iba a hacerlo, tampoco soy gilipollas. Pero de ninguna forma iba a trabajar con él. No sabía cómo iba a resolver eso, pero iba a hacerlo como que me llamaba Sofía.
Al llegar a casa, vi que Pedri estaba esperándonos apoyado en el coche. Gavi y yo bajamos y me acerqué a él confusa.
-Te había dicho que no hacía falta -murmuré al llegar frente al canario.
-¿Qué? -frunció el ceño.
-Que no tenías por qué llamar -expliqué sin más.
-Ah, no, es que me he dejado las llaves de verdad -murmuró sonriendo levemente-. Venga, abre, que me estoy meando -ordenó después.
Reprimí una risa y negué con la cabeza.
Los tres nos dirigimos hacia dentro y yo me tiré al sofá. Pedri se fue al baño y Gavi se sentó a mi lado sin expresión. A mi lo único que me rondaba por la cabeza era mi padre diciendo que era capaz de hundir el club. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y me levanté para ir a la cocina a por un vaso de agua.
-¿Qué tal la comida? -preguntó Pedri volviendo.
-Bien, no sé -me encogí de hombros.
-¿No sabes? -me miró incrédulo.
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El destino, supongo.
FanfictionSofía es una chica de lo más normal, que vive en Sant Cugat, Barcelona. A sus 20 años, le han ofrecido el trabajo de sus sueños, en una importante empresa de la capital catalana. Ella se ve dispuesta ya a empezar una nueva vida, sin embargo, todo ca...