Capítulo 19. ¿Por las buenas?

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Cada uno cogió su coche y ambos nos dirigimos hacia casa de Gavi.

-¿Tienes palomitas? -pregunté cuando terminamos de comer.

-No como esas cosas -contestó.

Rodé los ojos y me acerqué a la nevera, donde tenía una lista de lo que faltaba por comprar, y apunté "palomitas".

Gavi soltó una risita y yo me giré hacia él sonriente.

Nos dirigimos hacia el sofá para sentarnos y mientras yo buscaba alguna película Gavi nos tapó con una manta.

-Ah, ¿Podemos ver esta? -pregunté con ilusión.

-¿Yo antes de ti? -frunció el ceño.

-Porfa, porfa, es mi peli favorita -puse pucheros.

El sevillano sonrió y accedió.

Mientras la ponía me destapé por el calor, y él me volvió a tapar.

-¿Qué haces? -lo miré riendo.

-Hace frío -informó y mantuvo la mano sobre mi cuerpo con la manta.

-¿Pero cómo va a hacer frío? -fruncí el ceño.

-Calla, que empieza -ordenó sin dejar que me destapara.

Negué con la cabeza y me dispuse a ver la película, mientras me apoyaba en el respaldo del sofá. Gavi se acomodó a mi lado como un chiquillo, así que pasé mi brazo por detrás de su cuello, dejando que se apoyara en mi pecho.

Sonreí tontamente al ver cómo pasaba la mano por mi cintura y la atención que estaba poniendo a la película.

A medida que la íbamos viendo, no pude evitar llevar la mano al pelo de Gavi, acariciándolo con ternura y suavidad. Se estaba convirtiendo en una de mis actividades favoritas.

-El regalo que le va a dar son las medias que ella tenía de pequeña -sonreí orgullosa al ver una escena que me encantaba.

El sevillano no contestó y yo alcé las cejas cuando la protagonista se alegraba al verlas.

-Lo ves -murmuré divertida.

Tampoco dijo nada entonces, así que me incliné un poco confusa, y fue cuando me di cuenta de que se había dormido.

Chasqueé la lengua y tomé aire. Me daba algo rabia que se hubiera dormido, pero con esa carita de angelito que tenía, no quise despertarlo.

Dejé que siguiera durmiendo hasta que terminó la película, y entonces me moví un poco. Estaba empezando a pesarme.

-Gavi -susurré moviéndolo un poco.

Él correspondió pero no dijo nada.

-Despierta, Gavito -murmuré acariciando su pelo de nuevo.

Abrió los ojos poco a poco, y se estiró en el sitio.

-Me duele la cabeza... -dijo con la voz un poco ronca.

-Normal, no sé ni cómo has podido dormirte en esa pose -sonreí levemente.

Entonces me incorporé, y él se dio la vuelta hacia mí, apoyando la cabeza en mi regazo.

Me sorprendió ver que tenía la cara un poco roja y el flequillo sudado.

-¿Estás bien? -fruncí el ceño.

Cerró los ojos de nuevo, y rodeó mi cintura desde su posición, acercándose a mi abdomen.

Llevé mi mano a su frente para comprobar algo que ya me esperaba.

El destino, supongo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora