Capítulo 63. No me mires así.

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Sin duda si recuerdo algo con mucho cariño es cuando le pedí que se casara conmigo. A la pobre la habíamos engañado entre todos, haciendo que se pensara que Ferrán le iba a pedir matrimonio a Sira, y ella cayó de pleno.

La verdad es que me hubiera gustado planear la pedida a mi manera, pero sabía que era demasiado cabezota e iba a sospechar de cualquier movimiento raro que hiciera, así que no me quedó más remedio que hacer que se la montara ella sola.

Cuando les conté a mis amigos la idea, se quedaron más que de piedra.

-Tío, ¿Estás seguro? -preguntó Ansu mirándome.

Asentí y mis tripas se revolvieron un poco.

-Pues yo te apoyo, Sofi es genial -aseguró Balde.

-Opino lo mismo, creo que es la primera chica que nos cae bien a todos y con la que estamos a gusto siendo nosotros mismos, sobre todo tú -me miró Pedri.

-Bueno, eso es verdad -coincidió entonces Ansu.

Sonreí ante eso y tomé aire aliviado.

La verdad es que lo tenía muy claro. Desde que la había conocido no podía sacármela de la cabeza, y no podía ser más perfecta. Quería todo con ella.

Por eso tampoco dudé en hacerle una "boda" sorpresa. No sabía si ella querría, pero me alegré al ver que accedía casi tan emocionada como yo.

Después de lo de su padre, todo para nosotros fue a mejor. No nos habíamos vuelto a ocultar nada el uno al otro, y cada día aprendíamos más y más. Al fin y al cabo, solo éramos dos críos tratando de hacer las cosas bien y querernos de la misma forma.

Y por cierto, podéis decirme lo que queráis, pero la mejor parte de la boda para mí, fue por la noche, y no me refiero a la fiesta con todo el mundo. Me refiero a nuestra fiesta privada, en la habitación del hotel.

-Ahora ya eres mi mujer -sonreí abriéndole la puerta a Sofi dejándola pasar.

No podía estar más increíble, todavía no me lo creía. El vestido le quedaba como un guante, y a mí casi se me caía la baba solo con mirarla.

-Oficialmente soy Sofía Páez -dijo divertida mientras entraba y se dirigía hacia la cama.

Sonreí de forma tonta y me acerqué a ella, a lo que se acercó también y besó mis labios de forma muy suave.

-No dejas de sorprenderme -murmuró desde muy cerca.

-Nunca voy a dejar de hacerlo -correspondí.

Volví a besarla y ella elevó las manos a mi nuca, haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo entero. No era un beso distinto a todos los demás, pero yo lo sentía así. Ahí ya sentía que era mía del todo, que no nos volveríamos a separar, pasara lo que pasara.

Bajó las manos acariciando mis hombros y mi pecho, y las elevó hacia los primeros botones de la camisa para empezar a desabrocharlos. Dejé que me la quitara a lo largo de los brazos, para después llevar sus manos a mi abdomen y pasearlas por él a su antojo.

Sonreí levemente y apreté la mandíbula.

-Date la vuelta -ordené entonces.

Frunció levemente el ceño pero después me miró complaciente e hizo lo que le dije.

Aparté su pelo despacio y le besé el cuello y la parte de la espalda que quedaba descubierta, a donde no llegaba la tela del vestido.

Me separé un poco y comencé a bajar la cremallera del medio con calma, aunque con las ganas que le tenía se lo podría haber arrancado de golpe.

El destino, supongo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora