-Así que todavía no has aceptado ser su representante -murmuró Pedri mirando a Gavi.
Yo negué con la cabeza y me giré hacia el canario.
-¿Sabes que no va a parar hasta que lo consiga, no? -rió suavemente.
-Algo me dice que no está acostumbrado a que le digan que no muy a menudo -alcé una ceja.
-¿A menudo? -preguntó incrédulo-. No está acostumbrado a que se lo digan nunca -aseguró después.
Asentí y miré a Gavi. En verdad ya era algo que me esperaba.
El sevillano posó la mirada en Pedri, algo serio, y después repasó mi cuerpo de arriba abajo, haciendo que me moviera un poco incómoda.
-Me dice a mí que siempre estoy de mal humor, pero él tampoco se queda atrás -balbuceé al ver que tensaba la mandíbula una y otra vez.
-Ah, no, si todavía está de buen humor -le quitó importancia Pedri.
Yo alcé las cejas como diciendo "cualquiera lo diría".
-¿Quieres verlo de mal humor de verdad? -preguntó con superioridad.
Fruncí el ceño mirando a Pedri, mientras hacía que me diera la vuelta hacia él, pasándome el brazo con los hombros, y girándonos a ambos de espaldas a Gavi.
-Le doy 5 segundos -balbuceó riendo.
Lo miré algo confusa, no creía que Gavi fuera a cabrearse por eso, pero claramente me equivocaba.
Casi ni me dio tiempo a contestar al moreno de mi derecha, porque a los segundos ya pude notar el olor característico del sevillano cerca de nosotros.
-Nos vamos -ordenó por detrás.
Tanto Pedri como yo nos separamos y nos dimos la vuelta hacia él.
-¿Es una pregunta? -fruncí el ceño.
-¿Te parece que ha sido una pregunta? -me la devolvió.
Pedri rió levemente y se marchó hacia dentro negando con la cabeza y dándole una palmadita en la espalda.
-¿Y si no quiero irme? -seguí el juego.
-Sofi... -tragó grueso.
-¿Sabes? Si hay algo que no me gusta es que me digan lo que tengo que hacer -aseguré mirándolo y acercándome a él.
Negó con la cabeza apretando la mandíbula y posó una mano en mi cintura, acercándome todavía más.
-Quiero enseñarte una cosa -murmuró con suavidad.
-Primero vas a decirme las cosas bien, y después veremos -insistí.
Sonrió levemente, quizá con algo de rabia, y posó la otra mano en mi cintura.
-¿Nos podemos ir? -preguntó por fin.
Yo sonreí orgullosa.
-No -solté.
-Sofía -me imitó serio.
Dejé caer una risita y él apretó mi cuerpo contra el suyo.
-Nos vamos -aseguró mirándome los labios.
No me dio tiempo a contestar, porque cogió mi mano con rapidez, y empezó a llevarme hacia dentro junto a él.
Ni siquiera avisó a los demás de que nos íbamos, quienes estaban jugando al beerpong en una mesa un poco alejada.
Cruzamos el salón, el vestíbulo, el jardín y nos paramos frente al coche.
El sevillano me acompañó hasta la puerta del copiloto, y la abrió por mí.
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El destino, supongo.
FanfictionSofía es una chica de lo más normal, que vive en Sant Cugat, Barcelona. A sus 20 años, le han ofrecido el trabajo de sus sueños, en una importante empresa de la capital catalana. Ella se ve dispuesta ya a empezar una nueva vida, sin embargo, todo ca...