Capítulo 64. ¿Tú quieres?

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Esa noche no dormimos absolutamente nada. Nos limitamos a estar en silencio tumbados en la cama, mientras yo abrazaba a Sofía y acariciaba su pelo de forma suave. 

Se incorporó un poco para mirar la hora y volvió a apoyar la cabeza en mi pecho. 

-Joder... -suspiró desde ahí. 

Tomé aire y dejé un beso leve sobre su mejilla más cercana. 

-Lo que no entiendo es por qué estoy enfadada pero a la vez emocionada -murmuró mirando hacia cualquier lado. 

Sonreí levemente y me encogí de hombros. 

-Me pasa lo mismo -aseguré sin saber explicarlo. 

Suspiró y se separó de mí, para apoyarse en los codos a la vez que me miraba sin respuesta. 

-Creo que no somos conscientes todavía de que hay un bebé en mi tripa -me miró incrédula. 

-No, la verdad es que no -coincidí quizá algo divertido. 

Chasqueó la lengua y acto seguido se incorporó, para sentarse y cruzar las piernas como un indio mientras se levantaba la camiseta se miraba el abdomen. 

Solté una carcajada ante eso y la miré con ternura. 

-¿Qué? -elevó la mirada hacia mí. 

-Nada, nada -negué sonriente. 

Entrecerró los ojos y posó una mano sobre la tripa como buscando algo. 

-No se va a notar nada, Sofi -balbuceé mirándola. 

-Calla, que tú no sabes -me cortó rápido. 

Reprimí otra risa y me crucé de brazos mientras seguía observándola. 

-Si antes tenías instinto maternal, ahora no quiero ni pensarlo -aseguré al darme cuenta. 

Asintió y me miró con cara de circunstancia. A mí me encantaban los niños, pero a Sofi... Eran su debilidad, incluso más que yo. 

-¿Entonces por qué no lo quieres tener? -pregunté tranquilo. 

-Bueno... Tampoco he dicho eso -murmuró a la vez que se volvía a bajar la camiseta. 

-No, claro -dije irónico. 

Era lo único que había dicho en toda la noche. 

Sonrió inocente y yo abrí los brazos hacia ella en señal de que viniera. Hizo caso y sonreí con dulzura. 

-¿Tú quieres tenerlo? -preguntó sin mirarme. 

Dejé un beso sobre su cabeza y tomé aire. 

-Sabes que me encantaría, pero no quiero ponerte presión encima -contesté con calma. 

-No me pones ninguna presión, también es tuyo -murmuró obvia. 

Asentí y volví a besarla. 

-Tener un hijo con 23 años tampoco está tan mal -reflexioné en voz alta. 

-Tienes 22, niñato -rebatió divertida. 

-En un mes tendré 23, cara alpargata -la imité. 

Soltó una risita y se apretó contra mí. 

-¿Qué dirían los chicos? -murmuró dudosa. 

-Supongo que primero se desmayarían, y después se irían a rezar para que fuera niño -contesté imaginándomelo. 

Ella sonrió y levantó la vista hacia mí. 

-A mí me gustaría que fuera niña -aseguró con cariño. 

El destino, supongo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora