Capítulo 38. Gracias por estar.

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Si os digo la verdad, no sé en qué momento de la videollamada con Gavi me quedé dormida, pero cuando desperté al día siguiente, tenía varios mensajes suyos con capturas de pantalla mientras yo dormía y él seguía al otro lado.

-Buenos días -abrió mi madre la puerta.

-Hola, mamá -contesté incorporándome un poco.

-¿Cómo te encuentras, cariño? -preguntó acercándose a la camilla.

-Creo que estoy mejor.

-Deberías, las pastillas que te dieron ayer eran bastante fuertes -informó cogiendo mi mano.

Asentí y me estiré un poco.

-¿Cuándo me darán el alta? -me interesé.

-Luego vendrá a verte el médico, supongo que según te vea -contestó tranquila.

Tomé aire y me volví a tumbar. Parecía que todavía me quedaba rato en esa habitación.

Unos nudillos tocaron a la puerta y tanto mi madre como yo dirigimos la mirada hacia allí. Mi corazón dio un vuelco al ver que el que abría era Gavi.

-Bueno, me voy -sonrió mi madre.

Saludó al futbolista antes de salir, y se despidió de mi con la mano mientras cerraba la puerta tras ella.

-Hola, guapa -sonrió Gavi acercándose a mí.

-Hola -correspondí incorporándome.

Se sentó en un lado de mi camilla, y fui yo la que se dirigió un poco más hacia él, para darle un abrazo con muchas ganas.

-Si vienes todos los días no te vas a poder concentrar en los partidos -murmuré en su cuello.

-Da igual si estoy ahí o aquí, porque lo único que hago es pensarte -contestó tranquilo.

Tomé aire y me separé un poco para poder mirarlo.

-Pareces encontrarte mejor -sonrió al recorrer mi cara con la mirada.

-Y tú pareces estar más animado -coincidí.

Asintió y se acercó a besar mi frente.

-Creo que lo que ambos necesitábamos era a nosotros -dedujo después.

-Puede ser -me encogí de hombros ante su idea.

Cogió mis manos y se las llevó a la boca para posar un par de besos sobre ellas.

-Gracias por darme otra oportunidad, Sof -balbuceó mirándome de nuevo.

-No quiero que me des las gracias, quiero que la aproveches -pedí con un poco de miedo.

-Lo sé, y voy a hacerlo, mi amor -aseguró con un poco de pena.

Sonreí levemente y las mariposas en mi estómago comenzaron a revolotear. No importaba cuántas veces lo escuchara llamarme "amor", porque nunca me cansaba de hacerlo.

La lluvia comenzó de nuevo fuera, aunque no sabía si había parado en algún momento. En otoño siempre llovía una cantidad, y a mí ya empezaba a deprimirme.

Aparté las sábanas que tenía encima y me levanté para ir hacia la ventana a bajar la persiana un poco, ya que todo estaba nublado fuera y no me apetecía ver ese paisaje. Parecía el inframundo.

Gavi se levantó al instante tras mí, y yo fruncí el ceño cuando me di cuenta que me seguía y frenaba a mi lado mientras bajaba la persiana.

-¿Sabes que puedo andar bien, no? -pregunté al sevillano que me miraba un poco preocupado.

El destino, supongo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora