Capítulo 13. Por favor, Sof.

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Al día siguiente nos despertamos todas como un zombie, y tardamos bastante en levantarnos a comer.

Nos fuimos duchando una a una, mientras intentábamos mantenernos de pie sin marearnos.

-Menos mal que solo salgo una vez al mes -murmuré tirándome al sofá con las demás.

-Yo creo que hasta el año que viene ya nada -dijo Inés sin ganas de vivir.

Suspiré y me incorporé un poco, porque si me quedaba tirada me dolía el estómago.

-No tengo fuerzas -me quejé apoyando la cabeza en las manos.

-Pues sácalas de donde sea, porque vas a tener que contarnos qué pasa con Gavi -recordó Andrea.

Yo bufé. Era lo último de lo que me apetecía hablar en ese momento.

A mi pesar, el resto de la tarde, el futbolista fue el único tema de conservación.

Les conté a mis amigas todo desde el principio, y ellas no podían flipar más.

-Es que menudo gilipollas -murmuró María.

-Qué creído de mierda -habló Inés.

Yo asentí.

-Cuando me quedé en su casa a dormir, pensé que solo era una faceta como para protegerse. Pero al día siguiente me di cuenta de que no -expliqué.

-Lo que pasa es que es un crío -concluyó Sonia.

Suspiré y me encogí de hombros.

Me daban rabia sus comportamientos, y a la vez me daba rabia que me importaran. No me debía nada, y tampoco yo a él. Ni siquiera sabía por qué le daba tantas vueltas. Si para él había sido solo una noche, ¿Por qué para mí no?

-Tienes razón -asintió Inés cuando lo dije.

-Que le jodan, tú piensa en que te has tirado a un futbolista y ya -coincidió Sonia.

-Un futbolista imbécil, pero... -intentó bromear María.

Yo reí levemente.

-Ya te podrías haber ligado a Pedri -ideó Andrea.

Negué con la cabeza y chasqueé la lengua.

Justo entonces me llegó un mensaje al móvil.

Lo cogí sin ganas, pero me alteré al ver que era de Gavi.

-Mierda -murmuré.

-¿Qué? -preguntó Inés.

Yo no contesté. Miré el móvil leyendo el mensaje, y mis amigas se tiraron de golpe a mi lado para hacer lo mismo.

-¿Cómo tiene tu Intagram? -preguntó María.

-Pedri... -murmuré.

Entré al direct que acababa de enviarme el futbolista y me mordí el labio nerviosa.

"¿Me devuelves la sudadera?", preguntaba.

Mis amigas dejaron caer una risa irónica, y yo negué con la cabeza.

"No", fue mi respuesta.

La leyó casi al instante, y yo esperé nerviosa.

"Devuélvemela, Sofi", pidió.

-Aún tiene huevos de llamarte Sofi -bufó María.

Tomé aire y pensé en qué contestarle.

"No. Te la quise devolver ayer y no quisiste. ¿Tantas ganas tenías de follar que no pudiste esperar dos minutos a que me la quitara?", pregunté irónica y algo irritada.

El destino, supongo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora