Al día siguiente nos despertamos todas como un zombie, y tardamos bastante en levantarnos a comer.
Nos fuimos duchando una a una, mientras intentábamos mantenernos de pie sin marearnos.
-Menos mal que solo salgo una vez al mes -murmuré tirándome al sofá con las demás.
-Yo creo que hasta el año que viene ya nada -dijo Inés sin ganas de vivir.
Suspiré y me incorporé un poco, porque si me quedaba tirada me dolía el estómago.
-No tengo fuerzas -me quejé apoyando la cabeza en las manos.
-Pues sácalas de donde sea, porque vas a tener que contarnos qué pasa con Gavi -recordó Andrea.
Yo bufé. Era lo último de lo que me apetecía hablar en ese momento.
A mi pesar, el resto de la tarde, el futbolista fue el único tema de conservación.
Les conté a mis amigas todo desde el principio, y ellas no podían flipar más.
-Es que menudo gilipollas -murmuró María.
-Qué creído de mierda -habló Inés.
Yo asentí.
-Cuando me quedé en su casa a dormir, pensé que solo era una faceta como para protegerse. Pero al día siguiente me di cuenta de que no -expliqué.
-Lo que pasa es que es un crío -concluyó Sonia.
Suspiré y me encogí de hombros.
Me daban rabia sus comportamientos, y a la vez me daba rabia que me importaran. No me debía nada, y tampoco yo a él. Ni siquiera sabía por qué le daba tantas vueltas. Si para él había sido solo una noche, ¿Por qué para mí no?
-Tienes razón -asintió Inés cuando lo dije.
-Que le jodan, tú piensa en que te has tirado a un futbolista y ya -coincidió Sonia.
-Un futbolista imbécil, pero... -intentó bromear María.
Yo reí levemente.
-Ya te podrías haber ligado a Pedri -ideó Andrea.
Negué con la cabeza y chasqueé la lengua.
Justo entonces me llegó un mensaje al móvil.
Lo cogí sin ganas, pero me alteré al ver que era de Gavi.
-Mierda -murmuré.
-¿Qué? -preguntó Inés.
Yo no contesté. Miré el móvil leyendo el mensaje, y mis amigas se tiraron de golpe a mi lado para hacer lo mismo.
-¿Cómo tiene tu Intagram? -preguntó María.
-Pedri... -murmuré.
Entré al direct que acababa de enviarme el futbolista y me mordí el labio nerviosa.
"¿Me devuelves la sudadera?", preguntaba.
Mis amigas dejaron caer una risa irónica, y yo negué con la cabeza.
"No", fue mi respuesta.
La leyó casi al instante, y yo esperé nerviosa.
"Devuélvemela, Sofi", pidió.
-Aún tiene huevos de llamarte Sofi -bufó María.
Tomé aire y pensé en qué contestarle.
"No. Te la quise devolver ayer y no quisiste. ¿Tantas ganas tenías de follar que no pudiste esperar dos minutos a que me la quitara?", pregunté irónica y algo irritada.
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El destino, supongo.
FanfictionSofía es una chica de lo más normal, que vive en Sant Cugat, Barcelona. A sus 20 años, le han ofrecido el trabajo de sus sueños, en una importante empresa de la capital catalana. Ella se ve dispuesta ya a empezar una nueva vida, sin embargo, todo ca...