Tal y como había dicho el ginecólogo, a mediados de abril estábamos yendo al hospital por las terribles contracciones que estaba teniendo.
-Tranquila, ahora llegamos -Gavi me miró con pena mientras conducía.
Asentí tomando aire y tensé todo mi cuerpo notando como si fuera a parir ahí mismo.
Por suerte, cuando llegamos había sitio para aparcar justo al lado de la puerta, así que enseguida bajamos del coche y entramos.
Me sentaron en una silla de ruedas y me llevaron hasta una habitación hacia el final del pasillo. Conectaron un montón de monitores a mi tripa para controlar todo y mientras tanto me ayudaron a quitarme la ropa para ponerme una bata blanca.
-Joder -suspiré cerrando los ojos por el dolor.
El sevillano se acercó a la camilla y cogió mi mano con algo de miedo y mucho tacto, a lo que yo la apreté con fuerza.
-Respira -pidió nervioso.
Tragué grueso e intenté hacerle caso mientras la matrona comprobaba un par de cosas.
-Madre mía, tenemos que poner la epidural ya -ordenó entonces.
Mordí mis labios hacia el interior al escucharla, y solo deseaba que lo hicieran. Me moría de dolor, y no sabía cuánto más iba a poder aguantar.
Me incorporaron un poco y cuando vi la aguja de la que se trataba me estremecí más que nunca. Supongo que Gavi se dio cuenta porque volví a apretar su mano con una fuerza increíble.
-Intenta no tensar mucho la espalda, relájate -aconsejó devolviéndome un poco el apretón.
-Solo será unos segundos -sonrió una de las enfermeras.
Asentí y miré hacia abajo mientras me la ponían, a lo que Gavi me imitó. Traté de tomar aire y no pensar en eso, mientras me imaginaba a mi hijo ya encima de mí, tratando de centrarme en que todo valdría la pena.
-Ya está -murmuró de nuevo la chica.
-¿Ya? -fruncí el ceño y levanté la cabeza para mirarla.
Asintió alzando las cejas y yo volví a echarme para atrás. Ni siquiera me había enterado.
Gavi sonrió orgulloso y yo volví a tomar aire, mientras las contracciones iban disminuyendo casi segundo por segundo.
-Eres la mejor -susurró el sevillano acercándose un poco para dejar un beso sobre mi cabeza.
Lo miré nerviosa y él clavó sus ojos en los míos con mucha seguridad y entusiasmo.
-Ya estás dilatando, así que solo es cuestión de tiempo -informó la matrona.
Asentí y Gavi me imitó frotándose la otra mano contra las piernas con nervios.
El móvil comenzó a sonarle en el bolsillo y se levantó al instante para cogerlo.
-Dime, Pedri -contestó rápido.
Dirigí la mirada hacia él y lo miré expectante.
-Ya le han puesto la epidural, no faltará mucho -informó.
Se giró hacia mí sonriente y se quedó observándome, mientras yo todavía me retorcía un poco.
-Vale, ven tranquilo, no hay prisa -pidió a su amigo.
-Dile que no corra -coincidí. Sabía que Pedri cuando tenía prisa conducía muy rápido, y eso me daba bastante miedo siempre.
Gavi se lo dijo y después reprimió una risa.
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El destino, supongo.
FanficSofía es una chica de lo más normal, que vive en Sant Cugat, Barcelona. A sus 20 años, le han ofrecido el trabajo de sus sueños, en una importante empresa de la capital catalana. Ella se ve dispuesta ya a empezar una nueva vida, sin embargo, todo ca...