Capítulo 48. ¿Quieres que pare?

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Me separé de Gavi secándome las lágrimas, mientras también se separaban los chicos.

-Madre mía, que me muero -sonrió Sira secándose también un par de lágrimas.

-Estoy nervioso hasta yo -aseguró Ansu.

-Te lo juro -coincidió Pedri.

Yo los escuchaba, pero no era capaz de mirar a otro lado que no fueran los ojos de Gavi, clavados en mí. Casi podía ver nuestro futuro en ellos, y solo esperaba que fuera tan lleno de amor como la expresión con la que me estaban mirando en ese momento.

-Te quiero -murmuré con pena pero demasiado feliz.

-Yo sí que te quiero, Sof -sonrió y volvió a dejar un beso sobre mis labios.

Correspondí y me sequé otra lágrima al separarme.

-Joder... -suspiré.

Los demás rieron a mi alrededor y yo busqué a Ferrán.

-Eres un cabrón -aseguré nerviosa.

-Lo siento, Sofi -sonrió y se acercó para abrazarme-. No puedes decir que no ha sido la pedida de tus sueños, porque literalmente la has elegido tú -dijo obvio al separarse.

Asentí y miré a los demás, quienes sonreían sin parar.

-¿Lo sabíais todos, verdad? -pregunté incrédula.

Ellos asintieron y Sira se acercó a para rodear mi cuello con sus brazos.

-Lo sentimos, pero creo que ha valido la pena -murmuró feliz.

Sonreí también y asentí levemente.

-Enhorabuena, Sofisof -le cogió el relevo Ansu cuando mi amiga se separó.

-Gracias -balbuceé correspondiendo.

Y lo mismo hizo Pedri.

-Me alegro por vosotros -aseguró abrazándome con fuerza.

-Muchas gracias, Pepi -sonreí.

Dejó un beso sobre mi pelo y después se separó.

-Esperad, que voy a haceros alguna foto -dijo entonces Sira.

Asentí y me retoqué el maquillaje con la yema de los dedos.

Posé al lado de Gavi, enseñando la mano con el anillo, de lo más feliz. Estaba que no me lo creía, mientras Gavi estaba de lo más tranquilo. Supongo que ya bastantes nervios había pasado preparando todo e intentando que saliera bien y que colara lo de Ferrán. Y así fue, porque la verdad es que no me lo esperaba para nada.

Una vez ya hicimos varias fotos con los demás, nos dirigimos hacia un restaurante a cenar.

No me separé de Gavi en todo el rato. Estuve abrazada a él todo el camino, y con mi mano sobre la suya toda la cena. No paraba de mirarme la mía una y otra vez, tratando de acostumbrarme al anillo que llevaba en el dedo corazón. Las pulsaciones no habían vuelto a la normalidad en mi pecho, y creo que estuvieron así durante una semana como poco.

Brindamos antes de empezar la cena, y en ese momento agradecí eternamente a la vida por haber puesto a esas personas en mi camino. Los adoraba enormemente. Sobre todo a Pablo, al que era un placer ver crecer cada día, y sobre todo acompañarlo en cada momento. Y más que lo iba a hacer a partir de entonces.

Cuando terminamos, fuimos en dirección hacia nuestras casitas.

-Esta noche vais a estar de suerte -dijo Pedri mientras frenaba frente a la suya.

El destino, supongo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora