Cuando me tranquilicé un poco, expliqué a los futbolistas lo que había pasado. Todos miraron a Gavi perplejos, y él se encogió de hombros sin solución.
-Joder... -murmuró Pedri.
Yo traté de tomar aire y relajarme, pero no lo lograba. Me pasé las manos por la cara una y otra vez, intentando pensar en lo que hacer, sin llegar a nada.
Los chicos intentaron animarme, cosa que agradecí. Sin embargo, yo seguía pensando en mis cosas y dándole vueltas a la situación.
Gavi se levantó del sofá, y salió sin decir nada al balcón, mientras sacaba su móvil y hacía una llamada. Por un lado lo odiaba, pero por otro también me sentía mal por él. Obviamente no lo había hecho aposta, y tenía una expresión bastante seria y tristona desde que le había dicho que no me habían cogido.
Lo observé durante unos minutos, mientras los demás hablaban a mi alrededor.
Jugueteaba con la barandilla y se movía inquieto mientras hablaba por teléfono. De vez en cuando se pasaba los dedos por el flequillo, peinándoselo, aunque lo llevaba bastante largo y siempre volvía al sitio.
Llevaba unos pantalones cortos de chándal grises, una camiseta blanca y las zapatillas del mismo color. He de reconocer que el blanco le favorecía bastante.
Entonces dirigió la mirada hacia mí, y yo no sabía si debía apartarla o no, pero no lo hice. Me miró serio, mientras esperaba como alguna respuesta al otro lado de su llamada, sin inmutarse.
Nunca me he achantado ante nadie, y tampoco nadie que me mirara me hacía sentir incómoda o insegura. Pero tengo que reconocer, que siempre que chocaba con la mirada del futbolista, era como si un calambrazo recorriera todo mi cuerpo, haciendo que estuviera alerta y algo nerviosa.
Cuando posaba sus ojos sobre los míos, era como que se le transformaban. Como si pudiera ver lo que hay en mi interior, como si me atravesara.
Tragué grueso y él sonrió levemente, para después darse la vuelta y continuar hablando.
-¿Te parece bien? -preguntaba Pedri a mi lado.
-¿Sofía? -me movió un poco Ansu.
Yo desperté como de un sueño y me giré hacia ellos.
-Perdonad, ¿Qué decíais? -me interesé un poco desubicada.
-Que ya es bastante tarde y deberíamos comer, y que si te parece bien que comamos aquí y luego volvemos -explicó Pedri.
-Ah, sí, sí, como quieras -le quité importancia.
-Genial, pues voy a llamar para pedir algo -anunció Balde.
Yo asentí y volví a buscar al sevillano con la mirada, que entraba por la puerta del balcón.
-Ya que estamos aquí podríamos bajar un rato a la playa -ideó mirando a sus amigos.
A ellos les pareció bien, y a mí igual. Me gustaba mucho el mar, me tranquilizaba y relajaba, así que me alegré de la idea de Gavi.
Así pues, después de comer, yo fui al coche, donde tenía el bolso de la playa con el bikini y la toalla que llevaba siempre en el maletero por si acaso. Casi siempre después de estar trabajando iba a darme un baño, así que lo dejaba ya ahí para no tener que volver a pasar por casa.
Nos cambiamos, y los cinco bajamos por un caminito con escaleras hasta una cala pequeña, en la que no había nadie. Al principio pensé que era porque estaba bastante escondida, pero me sorprendí cuando Balde dijo que era privada.
Había varias tumbonas, así que yo dejé las cosas sobre una de ellas, y después de quitarme la ropa para quedarme en bikini, me tumbé.
-No me digas que eres de las típicas que va a la playa y no se baña -murmuró Gavi acercándose a mi lado.
![](https://img.wattpad.com/cover/339128327-288-k800362.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El destino, supongo.
FanficSofía es una chica de lo más normal, que vive en Sant Cugat, Barcelona. A sus 20 años, le han ofrecido el trabajo de sus sueños, en una importante empresa de la capital catalana. Ella se ve dispuesta ya a empezar una nueva vida, sin embargo, todo ca...