Capítulo 14. Tampoco te pases.

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Condujo un buen rato hasta un restaurante que había casi a las afueras de Barcelona, y paró frente a él al llegar. 

-Buenas noches, Pablo -le sonrió el recepcionista. 

Gavi sonrió también y se frenó frente a él. 

-Señorita -me saludó. 

Asentí y le sonreí algo descolocada, mientras acababa de apuntar unas cosas. 

-¿La mesa de siempre? -preguntó entonces mirando al sevillano. 

-Por favor -asintió éste. 

A mí se me encogió un poco el estómago al escuchar su pregunta. 

Gavi dejó que pasara primero, así que seguí al recepcionista a lo largo del restaurante casi completamente blanco, con un montón de plantas verdes y flores que lo decoraban, para ir hasta el final, donde había una mesa algo más alejada de lo demás. 

Ambos nos sentamos, el uno frente al otro, y yo me dediqué a mirar un poco la decoración de mi alrededor. 

Gavi pidió dos copas de vino y entonces dirigí la mirada hacia él. 

-¿Sobre qué querías hablar? -pregunté directa. 

Sonrió levemente mirándome, y después se puso un poco serio. 

-Así que te dejo un par de horas sola, y llamas a mi representante y le dices que no quieres el trabajo -dijo tranquilo. 

Me encogí de hombros sin solución. 

-Ya te dije que no iba a aceptarlo -le recordé. 

-¿Por qué? -me miró tenso.

-Porque si consigo un trabajo, quiero hacerlo por mí misma, no por ti -expliqué sencilla. 

Él negó con la cabeza. 

-Lo has conseguido por ti misma, yo solo le dije tu nombre -aseguró. 

Fui a hablar pero me callé cuando el camarero nos trajo el vino. 

Di un trago a mi copa y me quedé observando a Gavi, quien no apartaba los ojos de mí. 

-¿Para qué me has traído aquí? -murmuré cansada. 

Tenía la sensación de que algo pasaba, pero no sabía el qué. 

-Porque quiero que seas mi representante -soltó después. 

Lo miré seria y negué con la cabeza. 

-Marta necesita coger la baja, y va a estar mucho tiempo sin poder trabajar. Yo necesito una representante, y tú necesitas un trabajo -dijo obvio. 

-Puedo conseguir trabajo en cualquier otro lado -me justifiqué. 

-¿Y por qué no quieres este? -frunció el ceño. 

-Porque no quiero verte -contesté seca.

Volvió a tensar la mandíbula, y después sonrió levemente. 

-Ya sé que es difícil concentrarse teniéndome al lado pero... -se encogió de hombros. 

Rodé los ojos y di otro trago a la copa de vino. 

-Lo que es difícil es aguantar a tu lado sin que me entren ganas de mandarte a la mierda -rebatí.

Soltó una risa y yo intenté reprimir una al ver la suya. 

No quería mirarlo demasiado, porque sabía que él no se iba a cortar, así que cogí la carta y miré para pedir algo de cenar. 

Me imitó y pronto se acercó el camarero a tomar nota. 

El destino, supongo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora