Capítulo 42. No es nada, amor.

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Mientras los chicos entrenaban, Sira y yo bajamos a tomar un café a una terraza enorme, pero muy tranquila, que había en el hotel.

-Se me ha ocurrido una cosa -informó pensativa.

Yo alcé las cejas y dejé la taza de café en la mesita.

-Me das miedo -la miré expectante.

Ella dejó caer una risita.

-¿Tienes algo que hacer este fin de semana? -preguntó después.

-Mmm... -fruncí el ceño pensando-. Creo que no -me encogí de hombros.

-Genial -sonrió y miró el móvil.

-¿Qué estás haciendo? -me interesé dudosa.

-Espera -pidió sin despegar la vista de la pantalla.

Me quedé observándola mientras hacía yo qué sé qué y esperé a que terminara.

-Ya está -informó al poco.

-Sira, ¿Ya está qué? -dije confundida.

-Que nos vamos a las Maldivas, ya he comprados los vuelos -sonrió.

-¿Qué dices? -me incorporé un poco.

-Mhm -asintió y cogió el café para beber.

-¿Es broma, no? -la miré incrédula.

Ella negó con la cabeza de lo más tranquila y yo no supe ni qué decir.

-Tía, los chicos van a tener unos días de vacaciones, y tú también necesitas unas después de estas semanas -explicó.

-Ya bueno, pero ¿Maldivas? ¿No valía con ir a la Costa Brava? -alcé las cejas sonriendo un poco y soltó una risita.

-Siempre he querido ir pero nunca he encontrado la oportunidad, es lo malo de salir con un futbolista -habló de nuevo-. He comprado los vuelos para todos, así que me da igual lo que digáis, porque vamos a ir sí o sí -zanjó contenta.

Negué con la cabeza sonriendo y me moví nerviosa en el asiento.

La verdad es que todavía no era consciente del círculo de amigos que estaba creando, ni de la suerte que tenía con ellos.

-¡Ale! -gritó una voz femenina desde detrás de mí.

De repente un niño rubio y demasiado mono apareció corriendo mientras rodeaba mi asiento intentando huir. No tardé demasiado en reconocerlo, porque a sus padres los adoraba.

-¡Ah, Sira! -exclamó la madre cuando se dio cuenta.

-Alice -sonrió la castaña.

Eran la mujer y los hijos de Morata, a cada cuál más guapo. Ella estaba increíble, como siempre.

Sira y Alice se saludaron, y la segunda posó la mirada en mí.

-Ella es Sofi, la novia de Gavi -me miró también Sira.

-Ah, encantada guapa -sonrió de lo más amable la italiana.

Yo me levanté a darle dos besos de la misma forma, no sin no pasar por alto que era la primera vez que me presentaban como la novia de Gavi.

-Edoardo, espera, cariño -murmuró mientras otro de sus hijos le estiraba del pantalón.

Solté una risita y ella nos miró cansada.

-No puedo más con ellos, cuando saben que va a haber partido se vuelven todo un terremoto -se quejó sonriente.

-Son un amor -sonreí mirándolos.

El destino, supongo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora