Cerré las maletas y acompañada por Gavi bajé hasta el recibidor, donde cogí el bolso mientras mi madre me miraba preocupada.
-Cariño, ¿A dónde vas? -preguntó tratando de frenarme.
-¿Acaso te importa? ¿Acaso te ha importado algo de lo que te he pedido en algún momento? ¿Te ha importado mi opinión o cómo me sentía? -reproché con lágrimas en los ojos.
-Sofía, no le hables así a tu madre -intervino Miguel.
-¿Pero tú quién cojones te crees? No eres nadie en mi vida como para decirme lo que tengo que hacer, para mí estás muerto -aseguré con la mayor rabia del mundo.
-Sofía, ya vale... -intervino Gavi cogiéndome del brazo con suavidad.
-No quiero volver a veros a ninguno -sentencié y abrí la puerta.
Mi madre empezó a llorar y el inútil de su ex-marido a abrazarla, a lo que negué con la cabeza y con el mayor dolor en el pecho abrí la puerta y me fui.
Guardé las maletas en el maletero de Gavi, y acto seguido me subí al coche sin decir nada, a lo que él me imitó.
Ahí sí empecé a llorar sin poder controlar más el llanto, la rabia y el dolor. Estaba devastada, ni siquiera sabía qué acababa de pasar. Me pasé las manos por la cara una y otra vez, tratando de respirar y de no perder el conocimiento por el agobio.
Gavi arrancó y comenzó a conducir, rápido pero a la vez despacio tratando de controlar que estuviera bien.
-¿Quieres que paremos? -preguntó al ver que casi no podía respirar.
Negué con la cabeza pero no hizo caso. Se apartó en un lado de la calle y puso los cuatro intermitentes.
Llevó una mano a la parte trasera de mi cabeza, tratando de tranquilizarme mientras se quitaba el cinturón para acercarse un poco más a mí.
-Respira, Sof... -murmuró preocupado.
No podía hacerlo. Tenía un nudo demasiado grande en la garganta que me lo impedía. Tenía ganas de vomitar y sentía que me iba a explotar la cabeza. Me temblaba todo el cuerpo, sobre todo las manos y se me encogía el estómago una y otra vez.
Todavía lo pasé peor cuando varios flashes de móviles se encendieron a mi lado de la ventanilla, haciendo que me llevara una mano al pecho por el susto y me girara hacia el otro lado para que no me vieran.
-Joder... -bufó Gavi volviendo a ponerse el cinturón.
Arrancó de nuevo, y con una mano que acariciaba mi muslo condujo hasta su casa.
Sacamos las maletas, las cuales no me dejó llevar, y entramos dentro sin decir nada. Dejó mis cosas en el comedor y luego se dirigió hacia mí para abrazarme.
-Ya estamos en casa... -susurró acariciando mi cabeza-. Relájate, mi amor... -pidió con la voz entrecortada.
Sollocé durante unos minutos más entre sus brazos y lo apreté contra mí con la poca fuerza que tenía. Él era el único sitio donde me sentía tranquila y en paz, el único en el que me sentía querida de verdad.
-¿Quieres que hablemos? -preguntó con suavidad.
Yo negué con la cabeza despacio y él dejó un beso sobre ella.
-Está bien -murmuró.
No tenía ni fuerzas ni ganas para hacerlo. No me apetecía revolver todo mi pasado en ese momento, y no quería recordarlo. Todas las vacaciones y las emociones buenas se habían esfumado de mí en tan solo unos segundos, volviendo a cuando tenía 10 años, cuando todo era oscuro y lo único que hacía era llorar y llorar. Una masa negra se apoderó de mí, hundiéndome en la oscuridad de nuevo, haciendo que no fuera capaz de pensar con claridad y que mi cabeza se volviera a quedar atascada en ese mismo sitio.
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El destino, supongo.
FanficSofía es una chica de lo más normal, que vive en Sant Cugat, Barcelona. A sus 20 años, le han ofrecido el trabajo de sus sueños, en una importante empresa de la capital catalana. Ella se ve dispuesta ya a empezar una nueva vida, sin embargo, todo ca...