Capítulo 40. Lo siento, amor...

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Al día siguiente ya me encontraba mejor que mejor.

Después de una revisión del médico, me volvieron a cambiar la medicación a una más suave y volví a casa de lo más contenta. Por fin sentía que me estaba recuperando y que volvía a tener la fuerza de antes.

Me tumbé en el sofá al llegar a casa y cogí el móvil para ver qué hacían mis amigas. Lo bueno de estar en el pueblo es que todas vivíamos casi al lado y nos podíamos ver en cualquier momento.

Mientras esperaba a que contestaran, entré a Instagram y vi que Gavi había colgado una historia. Entré a verla pensando que sería algo del la victoria del día anterior, y no me estaba equivocando, pero había una que era más especial.

Sonreí levemente al escuchar la canción y negué con la cabeza

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Sonreí levemente al escuchar la canción y negué con la cabeza.

"¿Y esta historia para quién es?", le escribí.

No tardó demasiado en contestar.

"Para Pedri, no te jode", fue su mensaje.

Solté una carcajada.

"¿Sabes que vas a armar una buena subiendo estas cosas, no?", pregunté obvia.

"Calla y ven a abrirme", contestó.

Fruncí el ceño y el timbre sonó al instante.

-No te creo -murmuré para mí misma.

Me levanté con prisa yendo hacia el vestíbulo intentando reprimir una sonrisa.

-Hola, guapa -sonrió Gavi cuando abrí la puerta.

-¿Sabes que ya me encuentro bien y no hace falta que sigas viniendo, no? -alcé un poco las cejas.

-Me da igual -dijo sincero.

Mordí el interior de mi labio y me lancé hacia él en busca de un abrazo muy largo.

Me apretó con fuerza contra su cuerpo y yo no pude sentirme mejor.

Me despegué un poco en busca de sus labios, y posé varios besos cortos y rápido sobre ellos.

-Estamos en la final -sonreí agarrando su cara con ambas manos.

Asintió muy contento y yo volví a abrazarlo.

-Estoy muy orgullosa de ti -balbuceé en su cuello.

Él posó un beso sobre mi pelo a modo de respuesta.

Llevé mis brazos hacia el alrededor de su cuello y subí mis piernas para enroscarlas en su cintura.

Entró conmigo hacia dentro y cerró la puerta, dándose la vuelta hacia el comedor mientras yo lo seguía abrazando como un koala.

-¿Me has echado de menos? -preguntó sentándonos.

Asentí con ganas sin separarme, mientras quedaba a horcajadas encima de él.

El destino, supongo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora