Capítulo 20

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Exactamente como Neville indicó, al día siguiente llegó una lechuza muy hermosa con un sobre elegante y Harry sintió que su estómago se apretaba de aprehensión. Al abrirlo, en efecto, estaba la invitación a la fiesta en un costoso pergamino de fondo beige con letras doradas invitándolos a un Baile – formal – en la Mansión Nott.

Harry gruñó y se pasó la mano por la cara. Realmente, detestaba la idea de ir a esa fiesta, aunque confesaba que originalmente se habría sentido entusiasmado por la misma, al menos antes de oír la confesión de Jim Sawyer sobre Malfoy y su familia.

Otra cosa que lo molestaba es que sabía que sería mal visto si iba a la fiesta solo, y en esta ocasión, no podría ir simplemente con Neville como amigos. Sabía que su amigo no se molestaría para nada por ir con él, pero Harry era consciente de que ya muchas personas pensaban que tal vez él y Neville podrían tener una relación más allá de la amistad, y no quería que eso fuera un inconveniente para su prometedora relación con Hannah, así que pensó a quién debía invitar a la misma para que le acompañara como pareja.

Luego de deliberar un rato, se dio cuenta de que sería egoísta invitar e ir con Ginny, ya que sabía que ella también sería invitada y se merecía ir con alguien con quien pudiera pasarla bien como compañero de baile, y por otro lado, era consciente de que Padma se había mostrado bastante curiosa sobre Malfoy y compañía en el Baile del Ministerio, así que se decidió y le envió una breve nota invitándola a acompañarle a este compromiso social, que ella en breve contestó afirmativamente y con mucho entusiasmo por el evento.

Una vez resuelto esto, Harry se decidió a tener su mente ocupada lo más posible para no pensar en el baile, en Malfoy y todo lo que implicaba, así que se dedicó a trabajar con ahínco por el resto del día.

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El resto de la semana fue pasando como un suspiro. Harry se dedicó a todas las actividades de la Fundación con una entrega agotadora, al igual que al ejercicio por el bosque, y tuvo que acompañar a dos de los chicos de la fundación al Sanador para revisar sus dentaduras, fue a una reunión con una de las cuidadoras por una de las niñas que había sido castigada por ser altanera con ella, y luego tuvo una charla con la niña en cuestión, y finalmente, recibió una lechuza con una nota bastante insistente de Ginny reclamándole por haberla ignorado toda la semana cuando quería reunirse con él para conversar.

Harry sabía que se había estado escondiéndose de su amiga y que ya no podría posponerlo más, estaba seguro de que esta quería hablar sobre Jim Sawyer, y el solo pensarlo le hacía doler el estómago, pero fijaron para verse en el centro comercial de siempre el jueves donde Ginny pensaba comprar un vestido para el Baile, luego cenarían algo en el piso de la comida rápida o algo por el estilo.

Cuando Harry la vio esperándole donde siempre, sonrió con afecto a su amiga, y esta se acercó con los brazos abiertos para recibirle con un abrazo.

Harry se sintió mal por haber estado alejado de su amiga esta semana y sabía que la había extrañado tanto como ella a él, así que la abrazó fuerte y se dejó arrastrar por los pasillos del mall mientras ella le decía las tiendas que pensaba visitar y él gemía temiendo las horas que le esperaban.

Sin embargo, a medida que transcurrió el tiempo, Harry se dio cuenta de que no había sido tan pesado como habría temido. Ginny no se lanzó a preguntarle sobre Sawyer y qué tal la había pasado en el cumpleaños de Charlie. Solo le habló de Quidditch, del juego de cuarto de final que Harry se perdió pero que oyó por la radio donde las Harpías le ganaron a las Avispas de Wimbourne, y sobre el vestido que esperaba comprar.

A Ginny le encantaban los vestidos de estilo Muggle y no pensaba ponerse una túnica de Gala, ni siquiera una a la moda moderna, sin embargo, Ginny era una chica práctica y decidida, rápidamente hacía una revisión de lo que había en la tienda y sabía si le gustaban o no, y si era positivo, si podrían quedarle bien. No duraba horas pasando ganchos con ropa y mirando escaparates. En menos de una hora, ya había elegido un vestido blanco, corto al frente y largo en la parte trasera, con los hombros descubiertos, era sensual, moderno y también elegante.

Mucho de Orgullo y Bastante de PrejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora