Capítulo 69

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La noche siguiente, Harry y Ginny estaban en el suelo frente a la chimenea acostados con las piernas y los brazos extendidos. Harry sentía que le dolía todo aún por la fiesta y por ayudar a Ginny con su entrenamiento. Ella había estado corriendo por el campo y había vuelto sudada y contenta.

Reían recordando las ocurrencias de los niños en la fiesta: los comentarios de Clara, el afecto de Matty por Draco y la lealtad de Martina por Neville. Ginny le aseguró que era adorable la forma en que Malfoy se había comportado con el niño y Harry le confío que si era posible, lo amaba más por ello pero que le preocupaba el efecto que tendría en los niños si era cosa de una sola vez. Después de todo, el mago no viajaba con demasiada frecuencia a Inglaterra y eran muchos cumpleaños. De hecho, estaba seguro de que si Teddy hubiera estado presente, la competencia por el afecto de Draco hubiera sido de terror porque por años lo había tenido para él solo, pero el niño estaba con gripe y había estado afiebrado, así que Andrómeda no lo había llevado, aunque le habían enviado pastel, juguetes de la piñata y comida para consolarlo.

Ginny le aseguró que si algo había demostrado Draco, era su lealtad hacia sus afectos, aseguró que no dejaría guindados a los niños, y menos si estos significaban tanto para Harry. Este se ruborizó y sonrió de gusto pero no agregó nada más.

De repente, ambos se sorprendieron, las barreras mágicas de la Madriguera vibraron indicando que alguien había llegado a las afueras de la propiedad, y pronto, oyeron una señal mágica de que alguien quería ser recibido.

Arthur bajó las escaleras con cara de sueño y miró a Harry y Ginny, quienes dijeron que no tenían idea de quién podría ser, y menos a las once de la noche, así que el Patriarca, acompañado de Harry se acercó a la verja que marcaba los límites de la casa.

Harry se sorprendió y sintió que se quedó de piedra. Nada más y nada menos que Ruxandra Dumistrescu estaba de pie y erguida con todo el orgullo de su casta en la entrada de la Madriguera, y cuando Harry preguntó confundido "¿Madame Dumistrescu?", la bruja le miró ceñuda y le dijo, "Así que aquí es donde vive, Señor Potter", y dándole una mirada despectiva a la casa, añadió, "Me imagino que me permitirá pasar", para el desconcierto de Arthur quien le miró interrogante.

"Oh, Arthur, la dama es Madame Dumitrescu", le explicó señalándola, "Debes haber oído sobre ella, vive en el Castillo Corvin, cerca de la Reserva donde trabaja Charlie", y su padre mostró entendimiento de saber quién era y movió su varita para permitirle cruzar las barreras.

La vieja dama caminó como si no quisiera tocar el suelo de tierra con sus finos zapatos y Harry miró de soslayo a su padre indicándole que no sabía que hacía aquí.

"Bienvenida, Señora", dijo Arthur hacia ella con cordialidad a pesar de su inesperada y tardía visita, "por favor, acérquese y entremos, hace frío aquí afuera" y le hizo señas para que entrara.

"Nada comparado con Rumania", contestó la señora con desdén y entró a la casa mirando como si fuera una pocilga.

"Pase por favor", insistió Arthur, "El salón es por aquí", Ginny se había levantado del suelo y miraba a la dama con interés poco disimulado, "¿Desea una taza de té? Oh, ella es mi hija Ginny", la presentó y señaló a la joven bruja que Ruxandra miró como si fuera poca cosa.

"Ya veo", dijo secamente sin saludarla siquiera, luego agregó, "No, gracias, no quiero té. Por favor, deseo que me dejen a solas con el Señor Potter, necesito hablar con él en privado", la bruja habló como si sus deseos fueran órdenes, y aunque Arthur miró a su hijo interrogativamente y Ginny le miró con desdén y parecía dispuesta a discutir, este asintió hacia ambos y le hizo señas que por favor les dejaran en el salón.

Una vez Arthur y Ginny salieron, Ruxandra se negó a sentarse y se acercó a Harry con petulancia. "Señor Potter", empezó fríamente, "me he enterado recientemente que usted ha tenido unas conversaciones muy interesantes con mi sobrino Draco", le miraba fijamente al rostro sin ocultar su desdén, Harry se sintió sobresaltado pero se empeñó en no mostrarlo.

Mucho de Orgullo y Bastante de PrejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora