Capítulo 34

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El domingo, Harry cumplió su promesa y llevó a Matty y Aiko al parque, y prácticamente fue él el que recibió lecciones de futbol de parte de los niños, pero la pasó fabuloso. Además, le sirvió para alejar su mente de la idea de que Neville estaba partiendo de Inglaterra por un tiempo indefinido.

El resto de la semana, estuvo ocupado con la preparación definitiva del viaje a la playa con los niños, sin embargo, consiguió tiempo para enviar las lechuzas de agradecimiento por los regalos de los gemelos, y no pudo evitar poner algo de esperanza en saber sobre Malfoy por ello, ya que se había tomado la molestia de enviar tales regalos a los niños.

Harry también planificó asistir a la invitación que le hizo Hannah de llevar los niños a su casa, y cuando asistió a su reunión semanal con la Sanadora Penélope Clearwater, las cosas no se sentían tan fáciles de compartir con ella como en ocasiones anteriores.

Luego de resistirse por mucho, Harry admitió lo mucho que se sentía afectado por la partida de Malfoy y sus amigos, y lo peor, la culpa que sentía por ello.

La Sanadora Clearwater y él estuvieron de acuerdo que en estos días, Harry tendría que asistir más de una vez a la semana porque entre lo anterior, la partida de Neville y todas las responsabilidades que tenía con la Fundación, Harry se estaba forzando a aparentar todo el tiempo que se sentía bien y que era feliz... pero no era así, al menos no siempre; en algunos momentos, se sentía sofocado, tenía problemas para respirar y las pesadillas habían vuelto con mayor intensidad.

Penélope le recomendó encarecidamente que siguiera escribiendo en su diario, que mantuviera sus caminatas y que practicara sus ejercicios de respiración. También le pidió que si las pesadillas seguían, debía comunicárselo para ayudarlo con pociones para dormir si era necesario. Harry asintió sabiendo que era importante, pero al mismo tiempo, estando consciente de que en los próximos días para todo esto le iba a faltar tiempo.

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Finalmente, el sábado llegó el esperado día por los niños para el picnic invitado por Hannah. Fueron todos los niños, incluido Teddy con Andrómeda, y con la ayuda de Hermione, Ron, Luna y Ginny, además de Ágatha y Mary, cuidó de los niños mientras estos se bañaban en el lago, paseaban en poni, comían helados y participaban en los diferentes juegos que la bruja había contratado para mantenerlos entretenidos.

Demás está decir que todos terminaron exhaustos y Harry tuvo que llevar en brazos a unos dormidos Matty y Aiko, que irónicamente, eran de los mayores, pero habían gastado tanta energía que apenas si podían mantener los ojos abiertos al terminar la cena.

Todos llevaron por lo menos un niño mientras se Aparecían de forma conjunta en Lily's House, y luego, llevaron a los niños a sus habitaciones y se despidieron agotados. Harry se sentía inmensamente agradecido con sus amigos por la ayuda y sabía que para él y las dos mujeres hubiera sido muy difícil cuidar de los ocho inquietos y alborotadores niños con tantas distracciones y juegos a su alrededor.

Al llegar a casa, con una taza de té, Harry escribió a Hannah agradeciendo por todo y contándole lo mucho que se habían divertido los niños y prometiendo enviarle fotos. Luego de enviar la carta a James O'Sullivan, se fue a la cama exhausto pero satisfecho.

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Harry iba caminando por el bosque como todas las mañanas, en realidad, era muy temprano porque el cielo aún se veía gris con ligeras franjas color naranja, la brisa soplaba fría y alborotaba sus cabellos, había algo de neblina pero no lo suficientemente espesa para impedirle ver el camino, y aunque no lo veía, sabía que Bean corría a su alrededor persiguiendo ardillas y olisqueando entre la hierba.

De pronto, Harry percibió más que vio el brillo del ciervo que cruzó entre los árboles. Harry lo siguió con cautela sabiendo que no había sido él quien había conjurado el Patronus, pero sin embargo, era idéntico al suyo, un ciervo grande de inmensas astas, brillante, y cuando se volvió hacia él, observó que tenía mirada bondadosa. Sin embargo, Harry percibió que sus ojos eran diferentes. No eran completamente negros como suponía eran los del suyo. Parecía tener irises de un color más claro. Esto hizo que su corazón se acelerara y le siguiera con más deseos de saber quién lo produjo. El ciervo se detuvo un momento, volteó atrás como para asegurarse de que Harry lo seguía entre los árboles y la hierba alta, y siguió caminando majestuosamente. Harry lo siguió buscando adelante quién podía ser su dueño, y de repente, vio una figura más adelante. El ciervo se acercó a la persona. Era un hombre. Era alto y aunque su rostro estaba oscurecido por la sombra de los árboles, se veía que era esbelto y su porte elegante. De repente, cuando sopló la brisa y movió los árboles, Harry observó que su cabello daba destellos de luz de luna. El hombre era rubio, pero su cabello era tan claro que parecía plateado, su corazón latió más apresurado, si es que eso era posible. De repente, el ciervo se acercó más al hombre y cuando este extendió sus dedos como para tocarle, la plateada figura se desvaneció. El hombre se quedó mirando el aire donde estaba el ciervo por un momento y luego bajó la mano. Pero cuando alzó la vista percibió a Harry y una leve sorpresa se observó en sus ojos.

Mucho de Orgullo y Bastante de PrejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora