Capítulo 01.

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Alessa Rodriguez.

    Me desperté con el sonido del despertador, miré el reloj todavía somnolienta, que marcaba las siete de la mañana. Me levanté frotándome los ojos y bostezando. Me puse las pantuflas y fui hacia el baño. Al salir de ahí, me dirigí al armario, cogí un traje de ropa formal y me vestí. Luego, me puse un par de tacones.

    Tomé mi bolso y me dirigí a la cocina, donde encontré a mis hermanos comiendo.

    Tengo tres hermanos: David de veinte años, Martín de siete y Leonor de dieciocho. 

    — Buenos días — saludó David, dando una última mordida a su tostada.

    — Buenos días, ¿estás listo? — pregunté, cogiendo un melocotón del frutero.

    — Claro, ¿y tú? ¿Nerviosa por tu primer día de trabajo?

    — ¡Mucho!

    — Tranquila, todo saldrá perfectamente bien.

    — Gracias, David.

    — Bueno, tengo que irme, buena suerte en tu trabajo.

    — Está bien, hasta luego.

    David se levantó, tomó su bolsa y salió de la casa apresuradamente.

    — Leonor, no te olvides de que hoy llevarás a Martín a la escuela, así que trata de no llegar tarde.

    — Está bien, no llegaré tarde.

    — Genial, gracias por ayudarme.

    Tomé mi bolso y salí del apartamento. Bajé las escaleras y salí del edificio.

    Hoy era mi primer día de trabajo en una de las empresas más grandes de España, fui contratada para ser la nueva secretaria de uno de los mayores CEO. Estaba nerviosa, nunca había sido secretaria de nadie antes y mis dos primeros trabajos fueron en una simple tienda de calzado y en un videoclub.

    Al llegar a la empresa, la miré, suspiré profundamente, tratando de contener la ansiedad. Al entrar, observé admirada. La recepción era grandiosa, con un diseño moderno y elegante, con mostradores iluminados por luces amarillas que daban un tono acogedor al ambiente. Las paredes tenían un aspecto sofisticado, con un revestimiento de mármol. El suelo estaba cubierto por una alfombra de color neutro con un discreto patrón, y el piso alrededor era de un material brillante, de granito pulido. Había arreglos de flores y ramas secas en grandes jarrones decorativos colocados sobre los mostradores, añadiendo un toque natural y elegante al ambiente. El techo tenía iluminación empotrada y detalles en líneas negras, complementando el diseño moderno. Al fondo, había un pasillo hacia otras áreas del edificio, sugiriendo un espacio amplio y bien organizado.

    — Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle? — preguntó la recepcionista.

    — Buenos días, soy la nueva secretaria.

    — Alessa, ¿verdad?

    — Sí, soy yo — confirmé con una leve sonrisa.

    — Puede acompañarme — pidió, saliendo de detrás del mostrador.

    Cuando dejamos la recepción y subimos al piso superior, la joven me condujo a una sala.

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