El Nuevo CEO

Capítulo 09.

Alessa Rodríguez.

    Mientras trabajaba en la computadora portátil, escuché golpes en la puerta. Me levanté de la cama, dejando la computadora sobre la misma. Luego, caminé hacia la puerta.

    — Hola, George, ¿necesitas algo?

    — Quería invitarte a cenar conmigo en el restaurante que está al otro lado de la calle.

    — Claro. ¿A qué hora será?

    — Vendré a buscarte en un rato.

    — Está bien.

    Entré en el cuarto y vi el vestido sobre la cómoda, de estilo vintage en color burdeos, marcando bien la cintura, con tirantes delicados, realzando el busto. Lo tomé y me lo puse.

    Poco tiempo después, George regresó. Tomé mi bolso y salí del cuarto.

    — ¡Estás hermosa!

    — ¡Gracias, tú también!

    Entramos en el ascensor y bajamos hasta la recepción, saliendo del hotel enseguida. Al llegar al restaurante, nos sentamos a la mesa.

    — ¿Qué te pareció Londres? — preguntó George.

    — Me pareció muy bonito.

    — Es realmente un país hermoso.

    Mientras esperábamos los platos, miraba alrededor, incómoda por cenar con George.

    — Disculpa la pregunta, no quiero ser entrometido, pero ¿tu hermano está acostumbrado a salir y beber?

    — A veces, pero antes bebía mucho.

    — ¿Entonces ya tuvo problemas con la bebida antes?

    — Sí, hace algún tiempo. David había dejado de beber, pero desafortunadamente recayó, así que tengo miedo de dejarlo solo con los demás.

    — Entiendo, si quieres volver, no dudes en pedirlo.

    — No es necesario, creo que estará bien, o al menos eso espero.

    — Tengo una invitación para ti.

    — ¿Cuál sería?

    — Mi familia tiene la costumbre de ir a la playa en algunos feriados y en el próximo feriado, ellos irán a la casa de la playa. Mi madre te invitó a pasar un feriado con nosotros, tú y tus hermanos.

    — Si no es inconveniente para ti, nos gustaría ir.

    — Jamás me incomodaría. Eres mi "novia", necesito que vayas.

    — Gracias, George, les gustará salir un poco.

    — Acostúmbrate, porque habrá muchos otros por delante.

    — George, ¿hasta cuándo llevarás esta mentira adelante? No es que me esté quejando, es más por curiosidad.

    — No lo sé, tal vez un poco más.

    — ¿Y cómo haremos para desmentirlo?

    — Pensaré en algo para entonces, pero no podemos terminar ahora, sería repentino y mi familia lo encontraría extraño.

    — Sí, tienes razón.

    — ¿Has estado bien?

    — Sí, ¿por qué?

    — Por cuidar de tus hermanos, quería saber cómo estabas.

    — No te preocupes, estoy bien — sonreí.

    — Disculpa por tocar un tema sensible.

    — Está bien, George, no me molesta.

    — Si necesitas cualquier cosa, o necesitas hablar, sabe que estaré aquí, como un hombro amigo — George sonrió, colocando sus manos sobre las mías, en la mesa.

    — Agradezco la consideración, George, es muy amable de tu parte. Te digo lo mismo.

    Las gentilezas de George me intrigaron, no era de su naturaleza ser así, especialmente con sus empleados.

    — Finalmente llegó la comida, tengo mucha hambre — dijo George.

    — Hago mías tus palabras — sonreí levemente.

    Al terminar la cena, salimos del restaurante, regresando al hotel. Después de llegar, subimos a los dormitorios.

    — En fin, aquí está tu cuarto.

    — Gracias por hoy — sonreí.

    — No agradezcas por eso, a veces es necesario llevar a la "novia" a cenar.

    — Es bueno tener un "novio" que me lleve a cenar.

    — Volveré a mi cuarto.

    — George...

    — ¿Sí?

    — ¿Tú y Harry son amigos?

    — ¿Por qué? ¿Te interesaste en él?

    — ¿Qué? ¡No! Es solo que, parecían cercanos, así que tenía curiosidad.

    — Eres una persona muy curiosa, señorita Alessa — sonrió. — Pero sí, Harry y yo nos conocemos desde hace tiempo. Lo conozco desde los quince años.

    — Debe ser bueno tener amigos antiguos.

    — ¿No tienes?

    — No tuve muchos amigos en la escuela, mis hermanos y yo faltábamos a clases, así que era difícil hacer amigos.

    — Bueno, ahora tienes uno — sonrió dulcemente.

    — ¿Tengo?

    — Claro. ¿Por qué no lo seríamos? Sería un honor ser amigo de una mujer como tú.

    — Gracias — sonreí tímidamente con la cabeza baja.

    — ¡Espero que duermas bien! Buenas noches, Alessa.

    — Buenas noches, George.

    George besó mi mejilla y caminó hasta su cuarto. Luego, entré en mi dormitorio. Me acosté en la cama, pensando en George.