CAPÍTULO 18: RONALD

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TRIXIE

Al parecer debo comenzar a adquirir responsabilidades de las que por meses he estado escondiéndome. Pero, una empresa, un imperio y las cuentas bancarias no se mantienen en pie solas. Y, es así como me encuentro en el despacho de la casa, con mi padre, escuchando atentamente sus indicaciones.

Nuestra empresa pertenece al ámbito de manejo de cadenas de hoteles, bares y restaurantes. Somos de las cadenas más prestigiosa del país y me atrevería a decir del mundo.

Pero, el imperio Taylor se ha constituido a base de un gran esfuerzo. Veces y veces que tuve que festejar algo especial con mi padre a través de una pantalla. En su momento no lo entendía, fue duro para mi cabeza de niña comprenderlo. Sin embargo, su amor y cariño a pesar de la distancia lo recompensaba todo.

—¿Me estas escuchando, Trixie? —pregunta mi papá desde el otro lado de la mesa.

Sacudo mi cabeza ligeramente para despejar mis pensamientos. Cuando hablamos "seriamente" no me llama muñeca se supone que me está dando un trato profesional.

—Lo hago, papi lindo —respondo sonriente.

Él niega sabiendo que no le preste mucha atención.

—Bien, ahora tienes que dejar estos papeles en la compañía de Ronald y leer estos informes —me alza una capeta.

Frunzo el ceño, ¿en qué momento hablábamos de ese idiota?

—¿En serio?

—Muñeca —odio que mi padre tome mi sobrenombre cuando quiere algo—. Se que es tu ex, pero no lo vas a ver, es más los documentos los tienes que dejar en otro piso.

—Padre, puedes enviar a alguien por mí... ¿Qué tal Ross...o Rocí? —vacilo, tratando de recordar el nombre de su secretaria.

—Es Ross —aclara— y ella tiene trabajo

—Yo también —chasqueo la lengua.

Mi padre ríe abiertamente y con burla pregunta:

—¿Sí? ¿Haber cuál?

—¡Vivir! —grito, desesperada y mi padre ríe más fuerte.

—Haber, muñeca, eso no es un trabajo. Solo es un favor, Trixie, ¿acaso es tan difícil?

—Lo es cuando tu ex es un imbécil, ¿acaso nunca tuviste una ex imbécil?

—Un caballero no tiene memoria —responde con simpleza y blanqueo los ojos—. Al menos que quieras que cancele tu viaje a Las Vegas —me chantajea.

—¡Ay! Ni lo sueñes, es más ni lo pienses —gruño. Él ladea una risa malvada y alza la carpeta en el aire bamboleándola de lado a lado—. ¡Joder! ya que dámela Me paro y se la arrebato.

—Está también —me entrega la de la lectura y se la quito de mala manera—. Te amo muñeca —susurra mi padre divertido por mi enojo.

—Yo ahorita te odio un poquito —replico.

Vuelve a reír y a pesar de mi enojo, cuando me extiende sus brazos para despedirse, me acerco, lo abrazo y dejo un beso en su frente.

Salgo de su despacho para irme hacia la cueva del lobo y para mi mala suerte, Zack, no está en la ciudad por algo de la fundación, por lo tanto, estoy sola desde que regresamos de Bora-Bora. Han pasado dos días y lo extraño demasiado.

Tomo mi carro y hasta conducir se me hace extraño. Primero porque no tengo a Zack y también por tener estilos en punta y taco de aguja.

Pongo una playlist de Melendi y me sumerjo en el tráfico hacia la empresa de Ronald porque entre más rápido me zafe de este problema más fácil para mi vivir.

Inevitable AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora