TRIXIE
Esto nos deja entre la espada y la pared. En una cuerda peligrosa de amor-odio. En un juego cruel en el que podemos pasar de ser amantes a completos extraños.
Y, asusta. Asusta demasiado.
—La misma que canta y baila —sonrío con tristeza—. Tienes una oficina preciosa como todo tu edificio
Me mira y es como sí no creyera que estoy tan cerca de él. He descubierto sus mentiras y su verdadera identidad; su reacción es normal. Esta asustado...como yo.
Rodeo su escritorio pasando la punta de mi dedo por la madera y dando pasos cautelosos me aproximo a su cuerpo estático en medio de la oficina. Él se convirtió en mi refugio, por lo tanto, quiero cobijarme en sus brazos y llorar. Sin embargo, conteniendo mis ganas de que el mismo hombre que causó mi dolor me consuele, levanto mi temblorosa mano y la estrello en el rostro de Zack. La cachetada provoca que su rostro gire, mi corazón se rompa y mis ojos se inunden de lágrimas. No quiero hacerlo, pero se lo merece.
—¡Maldito mentiroso! —grito y con mis manos en puños golpeo su pecho—. ¡Mentiroso! ¡Mentiroso! ¡Mentiroso!
Lo digo una y otra vez hasta que mi voz pierde fuerza en cada repetición. Mis brazos se cansan y mi corazón se siente vacío en cada golpe que cae sobre Zack. Cuando termino de desfogar un poco del dolor que siento, me rindo y Zack toma mis muñecas y me abraza. Lloro con amargura, sin importar lo fuerte o feo que se escuche. El corazón me sangra, mis cuerdas vocales se desgarran y mis ojos se cierran por la presión.
—Trixie, escúchame, por favor —susurra y me aprieta buscando fundirse en mí.
Niego, no estoy preparada para lanzarme al abismo sin seguro, de nuevo. El error no se comete dos veces.
—Suéltame —exijo y lo hace. Retrocedo, él es fuego que arde aún en mi pecho y calienta mi ser; es peligroso—. No vuelvas a tocarme —pido y asiente—. Te escucho y no tengo tu maldito tiempo —mascullo con firmeza.
Seco mis lágrimas, respiro con consciencia unos segundos y recobro mi actitud fría y distante.
—Cariño... —titubea.
Alzo mi mano y lo interrumpo:
—Dos cositas Zack. La primera, no me vuelvas a llamar de ninguna otra manera cariñosa que mi nombre es Trixie Taylor, no cariño —bramo y decirlo duele. ¿Podré olvidar sus muestras de amor?—. La segunda habla antes de que este despacho y todo tu edificio ardan con mi furia.
Se pasa las manos por su rostro y las arrastra hacia su cabello. Esta frustrado y no sabe como resolverlo. Las palabras parecen no fluir por largos y tortuosos segundos hasta que decide, hablar:
—Antes de conocerte tenía mi vida tranquila. Una rutina establecida que nunca cambiaba. Iba a la fundación, ayudaba a Margarita y luego era un empresario ocupado de sus empresas con viajes solitarios a reuniones agotadoras —hace una pequeña pausa—. Pero, el día que nos encontramos supe que nada volvería a ser igual, te quedaste en mi mente. Quería conocerte y cuando hubo la oportunidad no hubo vuelta atrás. Me enamore de cada locura tuya y te ame. Ame por primera vez —niego y él me contradice con voz ronca—: Te amo y jamás amaré a nadie más. Eres la primera y la única.
—¿Por qué mentirme? —inquiero ignorando sus palabras bonitas—. ¿Cuándo me lo pensabas decir? ¿Cuándo tengamos ochenta años y estemos con nietos? —digo con sarcasmo y me cruzo de brazos.
—Todo paso muy rápido. ¡Dios, Trixie, un día éramos desconocidos y al otro estamos esperando un bebé! —manifiesta como sí estuviera perdiendo el control de todo—. No quería casarme y menos tener hijos, no en un futuro cercano. Pero, llegaste y te amo. Ahora, todo está en la puerta y no sabes cuánto lo agradezco.
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Inevitable Atracción
RomantizmTrixie no buscaba el amor ni creía en los sentimientos del corazón, sin embargo, el destino hizo que un hombre de preciosos ojos azules apareciera en el momento indicado para ayudarla. Por otro lado, Zack tampoco buscaba el amor. Estaba soltero, co...